Ninguno de los dos pudo ver esos famosos papeles de adopción, ya que habían estado mucho más ocupados tratando de conseguir el dinero faltante para la operación... O eso era lo que creía Diego, porque, la verdad era que, cuando Hunter se puso a contar lo que había “tomado prestado”, se había sorprendido al notar que allí había cien mil dólares.
El doble de lo que necesitaban.
Se sentía mal, se arrepentía de haber hecho lo que hizo, pero se consolaba diciéndose que todo era por su tío Blake, para que mejorara.
Pero, ¿qué pasaba si no lo hacía?
Sacudió la cabeza, mientras salía de la oficina del Doctor John, luego de haber entregado, no sólo una parte, sino todo el dinero, y a escondidas de su hermano. Diego creía que iba a dar sólo lo que ellos tenían ahorrado, que eran unos quince mil dólares, y que lo iba a hacer, justamente, cuando se cumplieran los diez días luego de que su tío ingresara al hospital. Pero él quería adelantarse. Fue, inventándose la excusa de que iba a hablar con el doctor para que sepa que estaban dispuestos a aceptar la operación, y pagó con el dinero de Duncan, para sacarse el problema de encima.
Apretó el botón del ascensor, mientras movía los brazos y el cuello, tratando de quitar esa tensión que lo había estado persiguiendo desde que salieron del funeral de Damian el lunes, y esperó pacientemente.
¿Qué iba a decirle a Diego, cuando éste se enterara de que ya había entregado lo acordado? Obviamente, no iba a contarle cómo había conseguido el dinero; seguramente, alguna mentira se le iba a ocurrir.
Pero, ¿qué pasaba si esa mentira no era suficiente?
Se dio un puñetazo mental.
¿En qué momento se le había ocurrido robar semejante cantidad de dinero?
Su madre no lo había educado para que haga cosas como esas, y su tío Blake menos. ¿Cómo pudo...? ¡¿Cómo es que había tomado el robo como una alternativa?!
—Ladrón... Eres un maldito ladrón, Hunter. —se dijo, mientras el ascensor se abría ante él. Entró rápidamente, agradeciendo que estaba vacío, y pulsó varias veces el botón de la planta baja, sintiendo como un nudo se instalaba en su garganta.
Había robado dinero.
Pero... La situación lo ameritaba.
“¡Podrías haber pedido un préstamo al banco! ¡Cualquier otra cosa! ¡Robar no era una opción! ”, exclamó su conciencia, haciéndolo sentir peor de lo que ya estaba.
Respiró hondo, mientras se apoyaba en una de las paredes del pequeño cubículo, y cerró los ojos, sintiéndose un poco mareado. El pecho se le oprimió, y por un momento tuvo la sensación de que se estaba ahogando. Tragó saliva, miró al espejo del techo, y, cuando se vio reflejado en él, un rostro casi idéntico al suyo se le vino a la cabeza. Su mente comenzó a divagar por recuerdos que permanecían escondidos, y lágrimas se agolparon en sus ojos.
“Eres igual a Andrew”, se dijo, echándose más culpa.
Se sentía encerrado. Quería que el ascensor se abriera y lo invitara a tirarse al vacío. No podía respirar, hacia mucho calor.
Quería aire.
—Ábrete... Ábrete, por favor... —rogó, viendo como estaba en el segundo piso. Comenzó a tocar el botón de la planta baja más rápido, desesperado. Un escalofrío le recorrió el cuerpo, y, repentinamente, comenzó a sentirse débil.
¿Qué pasaba si su hermano se enteraba?
¿Y si lo delataba?
¿Y si le decía que era igual a su padre? ¿A ese bastardo?
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LAS HUELLAS DE LOS RECUERDOS [✔️]
JugendliteraturUna tragedia fue lo que causó que el pasado volviera a la vida de los hermanos Corfield y las hermanas Duncan. Tres muertos, una persona en coma, y la desesperación por encontrar dinero, hacen que una unión comience a formarse entre ellos, sin saber...