|Capítulo 05: llamadas y sospechas|

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—Creí que no te volvería a ver, pero el destino tenía otros planes.

Clara levantó la mirada de su portátil cuando esa voz se dirigió a ella. Se quitó los lentes, y sonrió un poco, para parecer simpática

—¿Qué haces aquí?

—Trabajo aquí.
La muchacha quiso darse una bofetada a ella misma al hacer una pregunta tan tonta, de la cual, ya sabía la respuesta. La verdad era que quería comenzar una conversación, pero nunca supo cómo hacer eso; una prueba de ello, era la burrada que acababa de cometer.

—Por supuesto, pero me refiero a qué haces en mi mesa. —intentó arreglar.
Diego le sonrió, echándose el trapo al hombro, y cruzando sus brazos sobre su camisa azul cielo, que le obligaban a utilizar como uniforme. Ladeó de la cabeza, haciendo que sus rulos oscuros se movieran un poco, y observó todo lo que tenía Clara sobre la mesa.

Un portátil, unas libretas llenas de anotaciones resaltadas con colores llamativos, un plato con rosquillas, y un vaso de chocolate frío casi vacío. Oh, y unos auriculares conectados a su celular.

—Nada, sólo pasaba a saludarte.

—¿No deberías estar atendiendo a clientes?

—Eso hago si uno de mis compañeros se ausenta. Sino, me encargo de la limpieza... Pero me gusta decir que soy mozo.—informó, señalando su trapo. —Mi jefe no está, se acaba de ir, por eso estoy aquí hablando contigo. Sino, me despide. No se nos tiene permitido entablar conversación con los clientes.

—Parece que tu jefe es muy estricto.

—Ya sabes, es uno de los restaurantes más conocidos y concurridos de Los Ángeles. Por supuesto que es estricto, ni siquiera sé cómo es que yo terminé siendo aceptado por él. Soy un desastre. —bromeó, haciéndola sonreír un poco. Carraspeó. —Bueno, ¿quieres que te traiga algo?

—¿Que? —preguntó, y Diego señaló a su chocolate, que estaba a menos de la mitad. —¡Oh, no! No hace falta. Termino esto, y me voy.

—¿Qué estás haciendo?

—Estudio. —él se quedó con un signo interrogante plasmado en su rostro. —Medicina.

—Algo muy complejo. —asintió, viendo sus apuntes. —¿Segundo año?

—Primero.

—Yo había pensado en inscribirme a la Universidad de Medicina... Pero bueno, la situación de mi familia era complicada, y necesitábamos dinero. —mintió, en parte. —Vi el programa, no es nada fácil el primer año, pero se puede seguir adelante, si no te atrasas con los exámenes y esas cosas.

—Lamento oír eso. —y Diego no supo si estaba hablando de su condición, o de que iba a ser difícil para ella seguir estudiando. —Lo de tu familia, quiero decir.

—Son cosas que pasan. En la vida siempre te encontrarás obstáculos, lo que realmente es difícil es saber cómo traspasarlos. —le sonrió, y tomó la libreta que tenía dentro de su bolsillo, junto a una birome. —¿Una malteada de fresa?

—Oh, pero dije que no... —habló, luego de quedarse pensando en sus palabras.

—Yo invito. —la interrumpió, anotando la orden en el papel. —Necesitas azúcar para no dormirte, y el Sistema Circulatorio es uno de los temas más complejos. —le guiñó un ojo, cómplice. Clara negó con la cabeza.

—De acuerdo.

—Genial. Dame que llevo esto. —tomó el vaso, y se fue directo hacia detrás de la barra, para luego desaparecer tras una puerta.

Clara suspiró, quitando la mirada de él, para volver a concentrarse en la pantalla de su ordenador. Se colocó los lentes, tomó sus apuntes, y fue subrayando lo que era más importante, mientras, al mismo tiempo, se fijaba en la información de su computador. Estuvo, al menos, unos diez minutos haciendo lo mismo, hasta que un vaso rosa quedó entre su cuerpo y el teclado, haciendo que levante la mirada, y vea a Diego, sonriente.

LAS HUELLAS DE LOS RECUERDOS [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora