Casi suspiró de alivio cuando James le dijo que lo acompañaría hacia el final del pasillo, anunciando que la terapia de ese día había culminado. Sorprendentemente, en el medio del tiempo que estuvo recostado sobre el diván, se relajó, y habló con James como si este fuese un viejo amigo.
El hombre le agradaba, ¿para qué iba a mentir? Lo que odiaba era saber que necesitaba de varias reuniones más para superar sus ataques, pero, si las tenía con James, podría vivir con ello.
Ese día no habían hablado más que de cómo serían sus sesiones de ahí en adelante, de lo que le había recetado el Doctor Logan, de cuándo habían comenzado esos pequeños episodios que sufría, y de cómo lo iba a tratar él cuando se reunieran. Le repitió, varias veces, que no iba a presionarlo, que todo se daría a su debido tiempo, pero que estaba justamente para ayudarlo, que, si se guardaba algo durante mucho tiempo, podría afectarle como le estaba afectando en esos momentos, causándole ataques de pánico. Esas terapias iban a ser de apoyo, le dijo James, cuando finalmente reconoció que había muchas cosas de su pasado que lo atormentaban, y Hunter, sin saber nada sobre el tema de los tipos de terapia, tuvo que estar de acuerdo.
—Nos vemos, Señora Jess.
—Adiós, querido.
James le había dicho que él mismo iba a reservar la próxima visita, el miércoles de la semana próxima, así él podría llegar a su casa antes de que Diego volviera de su trabajo. Para su suerte, esa sesión había durado sólo cuarenta y cinco minutos, lo que significaba que tenía como mínimo un cuarto de hora para tomarse un taxi y salir disparatado antes de encontrase con su hermano sentado en el sofá, preguntándole en dónde había estado.
Bajó las escaleras del edificio (ya que, desde que había tenido su último ataque de pánico, no había vuelto a subir a un ascensor), y, cuando llegó a la salida, que estaba custodiada por un guardia malhumorado, caminó rápidamente por la acera, mirando hacia los costados para ver si venía algún taxi, hasta llegar al cordón de la vereda. Estaba tan ensimismado mirando más allá de lo que su vista captaba a la cercanía, que no se dio cuenta de que una patrulla policial había doblado con rapidez por la mano izquierda de la otra calle.
Como había salido de entre dos coches estacionados, para parar uno de los vehículos amarillos que había captado en la otra mano de la avenida, el policía no lo vio al instante, y, cuando finalmente notó su presencia, pisó el freno tan fuerte que su pie dolió, y una sensación de náuseas le vino a la garganta.
Hunter giró la cabeza hacia la izquierda, al escuchar una frenada que lo alertó, pero no tuvo tiempo a moverse.
La patrulla lo chocó justo antes de que terminara de frenar, haciéndolo volar unos cuatro metros hacia adelante, mientras pegaba un grito.
—¡Me lleva la mierda! —escuchó una exclamación, mientras terminaba de aterrizar con su brazo derecho sobre el pavimento caliente de la calle.
Los autos que pasaban comenzaron a tocar bocina contra el oficial, mientras algunas personas salían de los distintos locales para ver qué rayos había pasado. Habían oído un grito fuerte, luego de una frenada, y ya con eso se habían hecho la cabeza de que había ocurrido un accidente.
Hunter se había recostado sobre su espalda, con la panza apuntando hacia arriba. Tenía cerrado fuertemente los ojos, mientras apretaba los dientes y se sostenía con dolor su brazo, que sangraba y ardía por el raspón que se había dado. Escuchó una puerta de auto siendo abierta, y, casi al segundo, el sol que le daba en los párpados fue opacado por algo, haciendo que su vista se oscureciera.
—Por todos los santos, ¿estás bien?
Abrió lentamente los ojos, respirando aceleradamente debido al dolor, y, cuando vio el rostro del oficial, con la intención de comenzar a maldecirlo, se quedó callado.
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LAS HUELLAS DE LOS RECUERDOS [✔️]
Novela JuvenilUna tragedia fue lo que causó que el pasado volviera a la vida de los hermanos Corfield y las hermanas Duncan. Tres muertos, una persona en coma, y la desesperación por encontrar dinero, hacen que una unión comience a formarse entre ellos, sin saber...