|Capítulo 27: cobardía y sufrimiento|

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Cinco balas habían atravesado el vidrio, causando perfectos agujeros redondos en él. Pero, por suerte, ninguna les había dado a ellos.

Diego se enderezó, dejando de cubrir a Clara (que estaba agachada en el asiento trasero), y volvió a tomar el volante, con la respiración acelerada. Se pasó una mano por su cabello, tratando de quitar el sudor que le había generado toda esa situación de miedo y adrenalina, y tragó saliva.

Definitivamente no sabía cómo manejar esa cosa.

—Oh, Dios mío... —dijo Clara, cuando cayó en la cuenta de que podrían haber muerto.

¡Podrían haber muerto!

—Tenemos que salir de aquí. —le dijo el chico, poniendo el cambio y haciendo retroceder la chata, hasta que la giró, haciendo chirriar sus ruedas.

Había visto como un tiroteo comenzaba en la puerta de la mansión. Nunca antes había oído ruidos de disparos, a excepción de en las películas (bueno, y en los entrenamientos de Andrew), y había decidido, con su instinto de supervivencia muy desarrollado, que no quería ser partícipe de ello. Hunter estaba allí, pero tenía conocimiento de que, al menos, sabía cómo agarrar un arma, e intentaría defenderse.

Rogaba para que no le pasara nada.

Estuvo a punto de acelerar, cuando escuchó un grito agudo de Clara.

—¡¿Qué pasó?! —exclamó asustado, dándose la vuelta, creyendo que le había herido una bala o algo de eso.

—¡¿Qué demonios hacen Melinda y Nickolas aquí?!

Diego enfocó la vista en el espejo retrovisor, y vio como ambos oficiales estaban allí parados, siendo captados por uno de los hombres que se encontraba saliendo de la casa en ese instante.

—¡NO! —gritó Clara, intentando abrir la puerta con desesperación. —¡Déjame salir!

—¡Pero tenemos que irnos de aquí!

Escucharon un tiro.

Y luego otro.

Y otro, y otro, y otro y otro más.

Se quedaron quietos, intentando oír algún otro ruido, pero ese había sido el último que pudieron distinguir a través del sonido de la sirena. Llevaron la mirada con rapidez hacia Nickolas y Melinda, ya con el pensamiento y la imagen horrible de que estarían tirados en el suelo, desangrándose.

Pero se sorprendieron cuando los vieron sanos, con las pistolas en sus manos a los costados de sus cuerpos, examinando fijamente cómo demonios fue que tres de los hombres que antes estaban parados allí, a punto de matarlos, estaban ahora tirados en el suelo, quejándose de dolor.

—Es Hunter... —susurró Clara, sin poder creerlo.

Diego quiso estirar más el cuello por sobre su hombro, pero el vidrio polarizado no le dejaba ver con tanta nitidez. Así que no notó a su hermano, disparándole a esos tipos.

Estaba tan ensimismado tratando de enfocar algo, que no se dio cuenta de que un hombre se había colocado varios metros frente a ellos, apuntándolos con un rifle. Sólo cuando la bala cruzó el vidrio, causando otro agujero, gritaron y miraron hacia el frente.

El tipo estaba sonriéndoles, y apuntaba directamente a la cabeza de Diego, que se quedó aturdido. La chica de atrás comenzó a llorar, ya sin poder aguantar nada.

Quería ir con su hermana.

Quería estar con Jeremy.

¡Quería estar en cualquier lado menos allí, con un maldito loco a punto de matarlos!

LAS HUELLAS DE LOS RECUERDOS [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora