—Podrías ir más despacio.
Silencio.
—Ya sabes, no quiero ser partícipe de tus ataques suicidas de nuevo.
No obtuvo contestación.
—¿Taylor?Ni lo miró.
Hunter apretó los puños a sus costados, mientras veía el limpiaparabrisas del patrullero moverse de un lado a otro, quitando el agua del vidrio, aunque este se volvía a empapar al instante porque no paraba de llover a cántaros. El cinturón le apretaba una parte del cuello, pero no iba a quejarse. Nick, alias el estúpido policía, le había dicho que él se lo pondría, que había que maniobrar un poco con la banda para que le quedara cómodo. Pero, como orgulloso que era, Hunter lo mandó al diablo, diciéndole que podía hacerlo él solo.
Pudo, pero no como Nick le había explicado. No importaba, podría aguantar todo el camino a su casa ahorcándose, no le pasaría nada.
Casi que había rechazado la oferta que le había hecho James, queriéndole decir que nunca más se subiría a un auto con un conductor tan loco como el que se le presentaba ante los ojos, pero la verdad era que estaba llegando muy tarde a su casa, y la velocidad a la que iba Nick, aunque le molestaba, le jugaba a su favor.
Recordaba como el estúpido policía había puesto la excusa de que tenía que cenar con alguien a las seis y media, pero eso no fue problema para su padre, que le dijo que podría ir y volver de la casa de Hunter en menos de lo que cantaba un gallo. Y, como Nick parecía que nunca le había dicho que NO a su padre, tampoco lo iba a hacer justo en esa ocasión.
Por eso era que se encontraban en la misma avenida por la que ellos habían recorrido anteriormente, cuando Nick lo había traído del hospital. La diferencia ahora, era que el que no parecía hablar era Taylor, que tenía fruncida la boca y los ojos fijos en la calle por la que conducía. Hunter quería molestarlo un poco, sólo para hacerle saber que no le seguía agradando por más que lo llevara a su casa de mala gana, así que le habló otra vez.
—¿De verdad aprobaste el examen de conducir haciéndolo... Así? —preguntó, con un poco de desdén.
Nick no respondió.
—¿Nunca has chocado? ¿Atropellado a alguien? Oh, sí, eso último sí, y yo lo sé bastante bien.
Silencio.
—Aunque mi brazo ya está casi curado, estoy seguro de que me quedará una quemadura por lo caliente que estaba el pavimento esa tarde. Sigo diciendo que tendrías que haber frenado cuando doblabas.
Más silencio.
Hunter estaba empezando a impacientarse al no obtener ni un poco de su atención. Nickolas ni siquiera había parpadeado durante todas las palabras que había oído salir de él (porque sí, lo había escuchado, pero lo ignoraba completamente).
—¿No te resulta...?
—¿Quieres callarte? —inquirió entonces, con los dientes apretados, mientras paraban en un semáforo. Lo fulminó con la mirada, sintiendo una ira infinita cuando vio la sonrisa burlona en el rostro de su acompañante.
—¿Por qué tan enojado?
—¿Por qué tan feliz?
—Yo no estoy feliz. Estoy... Complacido de poder molestarte.
—¿Qué tienes? ¿Cinco años?
—Diecinueve.
—Era una pregunta irónica. —llevó una mano a su bolsillo, y Hunter tuvo un patatús cuando creyó que iba a sacar un arma para dispararle en el medio de la cabeza. Pero se alivió cuando notó que lo que quitaba de allí adentro era su teléfono.
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LAS HUELLAS DE LOS RECUERDOS [✔️]
Подростковая литератураUna tragedia fue lo que causó que el pasado volviera a la vida de los hermanos Corfield y las hermanas Duncan. Tres muertos, una persona en coma, y la desesperación por encontrar dinero, hacen que una unión comience a formarse entre ellos, sin saber...