|Capítulo 24: 24 de mayo|

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-23 de mayo, 10 horas antes del accidente-

Tenía que hacerle creer al tribunal que esos papeles que había hecho hacía más de veinte años eran reales. Le habían quitado todo su dinero haciéndole pagar una multa para que no fuera preso, sólo porque era uno de los mejores fiscales que tenía el tribunal. Pero, sin embargo, el hecho de que se hubieran enterado (por un descuido de él) de que había falsificado unos documentos, le había traído miles de problemas.

Podría perder su trabajo. ¿Qué iba a hacer entonces? Sabía que Diego y Hunter también trabajaban, pero la cantidad de dinero que ganaban no era la misma que él recibía; además, él era el adulto responsable en aquella casa. Había cuidado de ambos desde que eran unos niños, los había enviado a un internado para educarlos de la mejor manera posible, había intentado que olvidaran lo que había ocurrido en su infancia... Aunque bueno, se enteró de que con Hunter sus métodos no habían funcionado tanto.

Tendría que pedir una visita con el Doctor Logan. Hacía mucho que su sobrino no iba a hacerse un chequeo. Lo anotaría en su libreta para no olvidarse.

Pero, en ése momento, tenía un problema mucho peor.

Marcó el número de Damian. Le iba a comunicar todo lo que le estaba pasando por haber ayudado a Betiana aquella vez cuando tuvo la grandiosa idea de falsificar un documento de adopción. ¿No hubiera sido más fácil decir que Nickolas era hijo biológico de James? Al fin y al cabo, eran parecidos y llevaban el mismo apellido, porque Betiana no había querido ponerle el del padre, seguramente porque le traía malos recuerdos.

Ahora por su culpa tenía un lío, un lío bastante preocupante.

—Hola, Damian. —habló, cuando escuchó el saludo sorprendido del hombre al otro lado del teléfono.

Se dio vuelta para fijarse si a Hunter no se le ocurría bajar de las escaleras. Él no podría enterarse de que estaba en bancarrota. No quería preocuparlo. Con el asunto de Diego no tenía problema, porque él estaba trabajando.

—Escúchame. —dijo, dándose la vuelta de nuevo, y mirando fijamente hacia el televisor de su sala de estar, que estaba encendido y mostraba que, esa noche, iba a haber altas temperaturas. —Necesito que me ayudes... El favor que les hice hace años me acaba de traer consecuencias, y necesito tu ayuda... Sí... ¿Qué? ¡No! Mira, Damian, somos grandes amigos. Sé que te encargaste de Lidia por mucho tiempo, pero... Déjame hablar. Pero lo que debo comprobar es que esos papeles de adopción que tienes tú son reales. Has una copia, no lo sé, algo, pero los necesito...

Se giró de nuevo hacia la escalera, ya que había oído un ruido, pero no vio a nadie, así que volvió a mirar la televisión, con su celular fuertemente agarrado en su mano.

No sabía que Hunter justo había bajado, pero se había olvidado de algo en su habitación. Cuando volvió a bajar los escalones, fue que lo escuchó.

—... Damian. ¡Se supone que tienes que saber cómo ayudarme! —exclamó, sin darse cuenta de que Hunter estaba oyendo, parado en el cuarto escalón. —Los tribunales me jodieron, ¿entiendes? Tuve que pagar una maldita multa para no ir preso, ¡me he quedado en bancarrota! Pero no quiero que los chicos se enteren, por eso tienes que ayudarme a... —se detuvo unos momentos, y Hunter supuso que oía como hablaba con el tal Damian al otro lado de la línea. —¿Qué? ¿Y quién te...?... —silencio de nuevo. —Bueno, bueno, está bien. No hay que desesperarse, el más jodido aquí soy yo... ¿En el bar del centro comercial? Sí, mejor, así podemos hablar más tranquilos... —Blake escuchó algo que lo dejó mudo, por al menos, diez segundos enteros. —No lo sé, has como quieras... Bien. Nos vemos a la noche.

Y colgó.

Hunter hizo como que bajaba de las escaleras, haciéndose el distraído, mientras observaba su celular, que era lo que se había olvidado.

LAS HUELLAS DE LOS RECUERDOS [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora