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Cambio de portada y banners porque estábamos muy rositas
Eddie y Kai salen de la clase de Davenport, ahora no le dan demasiadas vueltas al hecho de caminar juntos o sentarse juntos, realmente nadie está tan pendiente de ellos como lo piensan en sus mentes.
—¿Qué haces hoy por la noche?—pregunta Eddie.
—Nada, supongo que...estar en casa— responde.
—Pensé que podríamos salir a dar una vuelta, no muy lejos, sé que tienes padres preocupados— dice el chico, entre risas—Tampoco quiero que tengas más problemas con Samuel.
—No te preocupes por Sam, creo que él poco a poco podría ir haciéndose la idea— dice Kai mientras camina junto a Eddie.
—No quiero darte más problemas de los que tienes, es sólo eso, pero si quieres salir conmigo, estaría encantado—pasa su lengua por los labios y le sonríe de aquella manera encantadora, a veces, cuando él la mira de esa manera, Kai teme por quedar completamente enamorada de Eddie, odia autoconvencerse de que Eddie tiene más cosas positivas que negativas, aunque ella no sospecha las verederas intenciones del chico.
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Kai está en la cocina, busca algo para comer, para su suerte, Sam, no está en casa, y eso quiere decir que no hay conversaciones incómodas que evitar. Aunque la relación con sus padres no es mala, tampoco es la mejor, Kai es algo reservada y su madre pareciera que preguntarle algo a su hija, fuera un motivo de miedo.
—¿Podemos hablar?— dice la mujer, mientras juega con sus manos. Kai se voltea y asiente, toma lugar en una de las sillas, levanta su vista hacia la sala de estar, donde ve a su padre dormitando mientras ve el noticiero.
—Claro...— responde.
—Sé que nunca has sido demasiado abierta con tus cosas. El otro día entré a tu cuarto y encontré algunas cosas— Kai cierra sus ojos, sintiéndose muy tonta por no ser lo suficientemente cuidadosa—El punto es que, quisiera saber si estás saliendo con alguien.
—Mamá...
—Kai, hija, sólo quiero saber con quién andas, si tienes novio, o si simplemente salen, quisiera conocerlo, saber quién es, cómo es...conocerlo— Kai lleva sus manos a su frente, ¿cómo podría hacer coexistir aquel mundo de lujuria con el ambiente familiar?—Puedes hacerlo cuando estés lista, sólo quisiera saber...
—Se llama Edward— responde y su madre se ve sorprendida de manera grata—Es de mi carrera, tenemos las mismas clases.
—Vaya, un chico que comparte tus gustos, eso es muy bueno...— los ojos de la mujer brillan.
—Tiene mi edad, es sólo un poco mayor que yo, pero...estamos en la misma etapa de nuestras vidas, supongo que por eso nos llevamos bien— dice la chica, encogiéndose de hombros.
