Kai va con una sonrisa caminando junto a Eddie, busca las llaves de su casa, se ha puesto algo nervioso por llevársela a casa con él. Ambos son adultos y saben perfectamente que los abrazos no son precisamente parte de los planes.
— Adelante, princesa— Eddie abre la puerta y la deja entrar. La casa es el fiel reflejo de que sólo viven hombres, porque la decoración no es demasiado detallista, de todas manera la casa de los Munson es linda, el chico cierra la puerta detrás de si y deja las llaves sobre un esquinero—Vivo con mi tío— agrega.
—¿Él está acá?— pregunta Kai, en voz baja, no sería una noticia demasiado buena que el tío de Eddie se encuentre en casa.
—Oh, no— niega divertido, le ha causado gracia ese toque de decepción en la chica, lo que le confirma que ambos están precisamente ahí por un sólo propósito.
Coger.
—Mi tío trabaja de día y llega por las noches, al menos hoy. Siempre cambia su turno— responde algo nervioso, y ella asiente, analizando cada rincón de la casa de los Munson—¿tienes sed?— Kai se ve tentada a la risa, cree que Eddie no puede ocultar su nerviosismo.
—Descuida, estoy bien—responde.
—También tengo chocolate...— Eddie camina a la nevera.
—Hey, estoy bien— dice la chica.
—Vale, ¿eh? — camina donde ella y toma su mano, se miran por una fracción de segundos y él le sonríe, Eddie es naturalmente coqueto, razón por la cual Kai no se toma aquello en serio, no se toma esa especie de affaire de manera personal, sabe que Eddie podría dejarla a la semana y no es algo por lo que se quedaría llorando una semana entera—Ven, te invito a conocer mi cuarto.
Kai acepta la mano del chico y se adentran por un pasillo, Eddie abre una de las puertas con un poster de Iron Maiden pegado en ella, le causa gracia es estar en temas sexuales con un metalero, siempre los encontró raros, al menos sus compañeros de clase que lo eran, eran blanco de burla y ella a veces se les unía, ahora puede tragarse sus palabras y más que sus palabras.
La habitación de Eddie era de esperarse, posters por doquier, guitarras, algunas pulseras y anillos dispersos en muebles, sus perfumes y desodorantes dispersos por otros muebles, un par de cuadernos que reflejan lo malo para estudiar que es.
—Lindo cuarto— dice ella, sentándose en la cama.
—Gracias, sólo soy un chico— se encoge de hombros.
—Claro que sí, una lástima que me gusten los hombres— se lamenta a modo de burla, Eddie lo capta, sólo se ríe de ella. La chica posa sus ojos en la mesa de noche de Eddie, encuentra un folleto de una de las tantas tocatas donde Eddie ha estado, la coge y lee los hombres.
Corroded Coffin
Odyssey
Echo Chamber