— Sam va a decirle la verdad a mis padres—Kai se ve en la obligación de tomar asiento en una banca. Eddie controla su respiración después de aquel encuentro con Samuel.
—Te hizo daño, es lo mínimo que debía hacer.
—Sólo quiero que las cosas mejoren para los dos.
—Sam debió pensarlo dos veces antes de poner un mano encima tuyo. Y creo que deberías haberlo asumido, no sólo se trata de ti, sino también de nuestra hija— Eddie suspira, Kai simplemente asiente, sabe que en el fondo tiene razón, sabe que Eddie tiene el derecho y el deber de preocuparse más de la cuenta por ellas—Por cierto, ¿Cuándo le dirás a tu madre?
—Eddie...
—Kai, tenemos el apoyo de Wayne, la bebé ya está por llegar...¿dirás que la encontraste en la basura? ¿llegarás a casa con un bebé que has sacado en una cajita feliz?
—No quiero que estés en casa, no quiero que mamá te diga algo, prefiero que todo lo que deba decirme, sea sólo para mí—la chica juega nerviosa con las mangas de su sudadera.
—No tengo problemas en afrontar esta situación...
—Le diré cuando llegue a casa, te lo prometo.
— Hey, si quieres me llamas, si quieres puedo pasar por ti, pero es necesario que ya digas la verdad, Kai, nada malo va a pasarnos. Vamos a estar juntos siempre.
—¿En serio lo dices? —pregunta la chica, llena de miedo.
—¿Por qué te mentiría? ¿Has vuelto a desconfiar de mí? ¿Has vuelto a pensar mal de mí? ya no hay salvación por todo lo que hicimos mal, sólo nos queda seguir adelante.
—No, ya no, confío en ti, Ed— acaricia el rostro del chico, y él besa las palmas de sus manos.
—Te amo— susurra en sus labios— Las amo.
{...}
Girar la manilla de la puerta jamás ha sido tan complicado, pero lo hace, cierra sus ojos antes de iniciar aquel movimiento, hasta que abre la puerta, a la primera persona que ve es a Lia en las escaleras, la queda mirando con sus ojos bien abiertos, y Kai sólo puede leer sus labios, dice: SAMUEL.
Se acerca a pasos lentos y cortos, asoma su cabeza para poder ver el panorama de la sala de estar, siente los latidos en su pecho, y su sangre se congela cuando ve a su madre sentada en el sofá, con sus manos en su rostro, sollozando, y a Sam, sentado en el otro extremo, limpiando la sangre que Eddie logró con sus puños.
— Te dignaste a llegar...— espeta el chico.
— No te metas— lanza Kai, de manera amarga. Deja su mochila en el sofá y corre para ponerse de rodillas frente a su madre, intenta mover sus brazos, buscando su mirada, aunque sea una llena de furia—Mamá...