S|| "Cuida tus espaldas Bill, porque en el espacio que dejaste, Tom y Hazel se acercaron más de lo que imaginabas, cambiando el curso de todo lo que creías seguro."
•Tom Kaulitz Fanfic
•La obra contiene lenguaje vulgar.
•Contenido +18.
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Hazel Beckett.
Suelto un suspiro, reincorporándome en mi cama. Habían pasado cinco días, a pesar de que el doctor indico que mínimo tendría que estar dos semanas en reposo, yo ya me sentía perfectamente bien. Muy por el contrario, estar en esta cama sin poder hacer algo, que no fuera revisar mi celular, me desesperaba. Estiro mi mano para tomar el pequeño aparato, y revisar el nuevo mensaje que acaba de entrar. Nuevamente era él.
Había perdido la cuenta de los mensajes y llamadas que había recibido de su parte, mismas que había decidido no responder.
Tampoco podía de dejar de pensar en nuestro último encuentro en el hospital. Sus palabras aún estaban sonando con gran fuerza en mi cabeza, y era dificil sobrellevarlo.
Y ahí estaba, su foto en mi pantalla como llamada entrante. Quería atender y decirle que lo necesitaba más que nada en estos momentos. Sin embargo, sus palabras de aquel día, aun dolían. Sé que él tenía razón en culparme y eso solo empeoraba la situación. No quería él sufriera algún daño, no otra vez. Muerdo mi labio, depositando el celular en mi cajón, no sin antes apagarlo. Tallo mi rostro, sintiendo el enorme vacío en mi interior, cuando doy un respiro profundo. La puerta de mi habitación se abre, dejando a la vista a mi madre acompañada por Naomi.
Mi amiga trae consigo su mochila, para ponerme al tanto con las materias. Le muestro una sonrisa a ambas. Mi madre deja un plato con fruta y yogurt en la mesita de noche. Eso sería mi cena desde luego. Le hago una mueca, pero no digo nada. Mi madre se despide, y sale de la habitación, dejándonos a solas.
─¿Cómo sigues?─ pregunta sentándose a mi lado.
─Naomi, has venido aquí desde que salí del hospital.─ Murmuro riendo.
─Esa es la pregunta que se le hace a toda persona que está enferma o reponiéndose, no importa que venga todo los días.─ sonrie.
─Estoy bien.─ le respondo, removiéndome en mi lugar. ─Estar en este lugar todo el día sin hacer nada, es lo que comienza a molestarme.─ gruño, cruzándome de brazos
─Hazel...─ me reprende. ─Comprendo que puede ser exasperante estar aquí, pero es por tu bien, además.─ alza su mano, señalándome. ─La semana pasada estuviste aquí encerrada sin objetar.─ replica, mirándome seria. Trago saliva. ─Perdón.─ murmura haciendo una mueca. ─Soy una idiota, no debí...─
─Esta bien.─ la corto, dejando salir un suspiro. ─Mejor dime que tal las clases.─ pregunto, con la intención de quitar la incomodidad que se había formado. Ella me muestra una pequeña sonrisa.
