capítulo 8

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Capítulo 8
Red.
Viejo asqueroso.



Frustración. Esa era la emoción que me invadía cada vez que pensaba en Athenea. Era una impotencia devastadora, el peso de saber que ella estaba en peligro y no podía hacer nada al respecto. No podía revelar mi verdadera identidad, no podía acercarme a ella como me hubiera gustado. Era una situación desgarradora.
Athenea era mi punto débil, y a la vez mi mayor prioridad. Verla en riesgo, sin siquiera saber que yo existía, era como un puñal en el corazón. Si tan solo pudiera confiar en ella lo suficiente como para revelarle la verdad, para protegerla de la oscuridad que se cernía sobre su vida. Pero cada vez que pensaba en hacerlo, el peso de las consecuencias me lo impedía.
Me consumía la frustración de no poder ser el protector que deseaba ser, de tener que mantenerme en las sombras, lejos de ella. Sabía que debía mantenerla a salvo, y a la vez, oculta mi verdadera identidad para protegerla de enemigos que ni siquiera sabía que existían. Era un dilema agonizante, una batalla interna que me atormentaba día tras día. 
¿Cómo puedo controlar estos impulsos que me dominan?
Destetaba cada vez que un hombre posaba su mano en ella, sentía que corrompían su alma con sus sucias y asquerosas manos, sentía que la   regresaban a un lugar del que huyó y que no quería volver. 
No pude dormir en toda la noche, me acabe la caja de cigarrillo con tanta facilidad que parecía una docena de caramelos sobre las sábanas finas que cubrían mi cama, salí temprano para asegurarme que él trabajo que pedí la noche anterior estuviera hecha pero para mí sorpresa la vi saliendo de su apartamento con poco animo y muy abrigada, como siempre… la seguí.
La vi entrando en esa farmacia, se le veía agotada y muy afligida.
Algo me gritaba que me acercará, cuando sabía que no podía hacerlo, que debía seguir manteniendo mi distancia, una distancia que la protegería de mi y de todo lo que conlleva si quiera saber mi nombre.
El peso de lo que soy, y de lo que hago es gigante incluso a mi llega a asfixiarme y fui creado para esto. No sería justo para ella llevar un peso que no le corresponde, cuando ni siquiera entiendo el porqué tengo un amplio deseo de protegerla.
Cuando veo a Athenea enfrentarse a las injusticias de la vida, mi corazón se llena de un fuego ardiente que amenaza con consumirme. La impotencia me embarga mientras contemplo las situaciones difíciles que le ha tocado soportar. Me hierve la sangre al pensar en las veces que ha sido lastimada, en las batallas que ha debido librar sola. Quisiera poder desatar toda mi ira, gritar al universo por cada golpe injusto que ha recibido, pero no puedo hacerlo.
Soy Red líder de una mafia que reina y gobierna las calles de New York. Mi trabajo implica sangre, balas y una carácter de mierda, no puedo tener vulnerabilidades.
Ninguna.
Pero, entre a esa farmacia dejándome llevar por algo que hasta los momentos no he podido controlar y que aun para mí no tiene un sentido alguno, solo me creo con el derecho de hacerlo y hago lo que quiero, siempre lo hago.
Descargué parte de mi frustración con ese hombre, que muy bien que se lo merecía y por primera vez en meses  la tuve muy cerca, tanto que pude inhalar el aroma de su  shampoo.
Me sentí débil y vulnerable frente a ella, y salí tan rápido como pude ya que ella con esa condenada mirada me expuso.
Ahora, alguien más deberá morir a su nombre…

***
Me siento en mi despacho con Nikos a mi lado, el es quien lleva mis financias, Habíamos estado discutiendo la expansión del negocio, y ahora era el momento de abordar el asunto delicado de los movimientos bancarios.
──Nikos, necesitamos asegurarnos de que nuestros fondos estén protegidos y no sean rastreados por ninguna investigación. ──dije, mirándolo seriamente.
Nikos asintió con comprensión.
──Estoy de acuerdo, jefe. Podríamos establecer una red de cuentas offshore para dispersar los fondos y evitar que sean decomisados.
Asentí, satisfecho con su propuesta.
──Eso podría funcionar, pero también necesitamos implementar medidas de seguridad adicionales para garantizar que los movimientos de dinero sean completamente discretos y seguros. Debemos estudiar detenidamente las regulaciones bancarias y trabajar con expertos en el tema.
Conversamos durante horas, trazando planes meticulosos para proteger mis activos financieros pero de mi mente no salió el rostro del idiota que tuvo la osadía de acosar a Athenea hoy.
──Nikos…
──Dígame, Jefe.
──Hoy, detuvieron a un hombre mayor en una farmacia del Bronx por acoso. Necesito saber el nombre, habla con los oficiales que trabajan para nosotros.
──Enseguida. ¿Algo más?
Sonrío dejando fluir mi mente.
──Paga su fianza y me avisas.
Asiente con una amplia sonrisa en sus labios.
Desde lo más profundo de mi ser, emana una oscuridad que consume todo a su paso. Cada pensamiento que atraviesa mi mente está teñido por una perversión sin límites, alimentada por el deseo destruir a aquel que se atrevió a tocar a Athenea. No habrá piedad, no habrá misericordia; solo el frío cálculo de un plan meticuloso que llevará a la ruina a aquel que se opuso a mí. Cada paso que doy está marcado por la sombra de mi propia depravación, y cada intención está impregnada de una maldad indomable. Nadie se interpondrá en mi camino sin enfrentar las consecuencias más desgarradoras, y ese maldito viejo esta por experimentar lo que es cruzarse con Red


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