「 𝟐𝟔 」

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EARTH.
FOREST.
11.00 A.M.
25.09.2249.

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Día 13 sobre la Tierra.

If someone says something again that we are all seeing, I will kill them myself.

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De repente, como un milagro, un sonido largo, grave y desagradable a los oídos rompió el aire. Su eco era molesto y chirriante, pero para mí fue lo mejor que había escuchado nunca.

—Se marchan —señaló Bellamy. 

Mi alivio se empañó un poco con su comentario. Lo miré, apretando los labios.

YA LO VEMOS.

Estaba empezando a cansarme de que siempre narraran lo obvio. ¿Creían que el resto no teníamos ojos para ver lo mismo o qué? 

—El cuerno, ¿qué significa? —preguntó Jasper, mientras sus ojos se movían fugazmente de un lado a otro, buscando algo que no estaba ahí.

—Niebla ácida —informó Finn, sacando de su bolsa una tienda improvisada.

—Tenemos que irnos —dijo Monroe, dando un par de pasos hacia atrás. 

—No hay tiempo para eso —replicó Finn, desplegando la tienda con movimientos torpes. 

Miré la tela insegura. Era fina, demasiado fina.

El pánico empezó a instalarse de nuevo en mi pecho mientras hablaba:
—Finn, eso no es aislante. La niebla va a entrar —dije, intentando sonar razonable. 

Nadie reaccionó, estaban petrificados viendo el trozo de tela. Respiré hondo, buscando la calma, pero las palabras volvieron a salir a trompicones.

—¡Vámonos! Tenemos que correr, buscar una cueva —mi grito estaba inundado de agobio, fruto de ver nuestro tiempo agotándose y a nadie haciendo nada al respecto.

—No hay tiempo. ¡Meteos! —insistió Finn con un tono urgente, ya acomodándose dentro de la tienda. Jasper y Monroe fueron los siguientes en seguirlo.

Me quedé mirando la abertura de la tienda, con mis manos apretadas en puños tan fuerte que sentía las uñas clavarse en la piel de mis palmas, estaba furiosa.

—¡Joder! ¡Que la tienda no va a hacer nada! —les grité al límite, ya sin poder contener la desesperación.

Bellamy, con el ceño fruncido, se giró hacia mí. 

—Métete en la puta tienda —espetó, agarrándome del brazo con firmeza. 

Por un segundo me resistí, pero el peso de la situación terminó ganándome. Así que cedí.

Dentro, el espacio era estrecho, asfixiante. Podía sentir la respiración acelerada de los demás, que poco a poco iban relajándose, por fin teníamos un descanso de tener que correr por nuestras vidas.

La tela del paracaídas rozaba mi piel incómodamente, y peor aún, sentía la brisa de fuera traspasarla y entrar a nuestra pequeña «no burbuja».

Miré hacia abajo, donde mi bolsa estaba a apenas unos centímetros de mi cara. Metí la mano con cuidado y saqué mi cuchillo, que entre tanto caos no me había dado tiempo a sacar. Lo dejé a mi lado, la hoja fría y brillante, lista para lo que pudiera pasar, lista para darnos una muerte rápida en caso de que la niebla nos alcanzará.

𝐋 𝐈 𝐋 𝐈 𝐔 𝐌 ⸻ 𝘽𝙚𝙡𝙡𝙖𝙢𝙮 𝘽𝙡𝙖𝙠𝙚 ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora