𝐋 𝐈 𝐋 𝐈 𝐔 𝐌 ⸻ 𝘽𝙚𝙡𝙡𝙖𝙢𝙮 𝘽𝙡𝙖𝙠𝙚 ¹

「 𝟐𝟕 」

EARTH.
DROPSHIP CAMP.
08.00 P.M.
25.09.2249.

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Día 13 sobre la Tierra.

If you push someone to their limit.

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—¿Qué demonios haces, Bellamy? —El grito de Octavia hizo eco en el silencio de la nave. Nadie se había atrevido a decir nada, ni siquiera a moverse ni un solo milímetro, expectantes al terrestre inconsciente del suelo.

—Necesitamos respuestas —respondió él con monotonía, como si eso justificara todo.

El chasquido sarcástico de mi lengua contra mi paladar fue tan fuerte que atraje todas las miradas.

—¿Tú eres imbécil? —le espeté, inclinando la cabeza mientras daba un paso hacia él—. ¿Qué harás cuando despierte, eh? ¿Cuándo el resto de los suyos se dé cuenta de que no está? ¿Cuando vengan a por nosotros?

—¡Quieres venganza! —volvió a gritar Octavia con una postura desafiante.

Bellamy se giró hacia ella y, con una calma y un tono de sabelotodo que solo me irritó más, respondió:
—Quiero información. Llevadlo arriba y atadlo para cuando despierte. Después ya se verá.

Osea que no tiene ni puta idea de que hará después, genial.

Clarke, que se había mantenido ocupada en sus cosas hasta ese momento, por fin intervino.

—Tienen razón, Bellamy. Nosotros no somos así. No es lo que hacemos.

—Ahora sí lo somos —respondió con frialdad, antes de girarse y subir al nivel superior.

Vacilé por un segundo, observando cómo se alejaba. Finalmente, arrugué la nariz con frustración, y lo seguí escaleras arriba. No sin antes dar un último grito para ordenar que cerrasen la maldita puerta de una vez.

Al llegar al tercer nivel, lo vi de espaldas, observando al terrestre, que ya estaba completamente atado. Miller y otro chico permanecían cerca, ambos se mostraban claramente incómodos con todo esto.

—Bellamy, deja que se vaya —dije un poco más calmada, intentando entrar de buenas maneras.

—Tú estabas de acuerdo conmigo con que debería haberlo matado en la cueva —respondió sin alejar su mirada del terrestre.

Me hizo detenerme en seco. Fruncí el ceño cuando el recuerdo me golpeó. Ni siquiera recordaba el momento de decir esas palabras hasta que lo había mencionado.

—Estaba de acuerdo porque casi te mata —le solté, alzando un poco la voz—. ¡No era real! Fue un momento, un impulso.

Él se digno a mirarme, deteniéndose un segundo para evaluarme antes de dar un paso hacia mí.

—Di lo que quieras, pero no voy a desatarlo—. La planitud de sus palabras me dejó entrever que no tenía ningún plan, se estaba guiando por puro instinto sin pensar en las futuras consecuencias. No solo eso sino que además, sería incapaz de hacerle ver que se estaba equivocando. No iba a ser capaz de convencerlo.

Así que mejor decidí actuar. Sin pensarlo dos veces, me dirigí hacia el terrestre, que seguía inconsciente, y alcé mis manos hacia la cuerda que sujetaba su muñeca derecha.