Lazos perversos

Polvo al polvo

— ¡Guillermo! ¡Guillermo! ¡Apúrate! ¿Quieres? Nos perderemos la función y sabes que odio hacer esperar a... a... Lio — expresó Francisco con sus mejillas sonrojadas, Guillermo por otro lado, solo reía ante el cambio brusco en la actitud de su hermano y corrió hasta él para abrazarlo con fuerza.

— ¡Oh! ¡El amor te ha apendejado! — gritó con todo el afán de molestar a su querido hermano, quién lo empujo sin dejar de reírse y dirigiéndose hasta el gran circo; Francisco no soltaba la mano de aquel hermoso argentino, besaba sus mejillas y sentía su corazón fracturado cuando lo llamaba con aquel nombre.

Guillermo

Guillermo

Guillermo

Y había decidido contarle toda la verdad, cuando su querido hermano llegara nuevamente a la ciudad, quería su apoyo además de que no sabía como actuaría Lionel ante ello. Temía perderlo, pero bajaría la luna y las estrellas para obtener su perdón, así como su amor, quería que gimiera su nombre, quería que dijera su nombre entre cada beso.

Y la noche que pensaba realizar aquella revelación, se convirtió en tragedia...

Francisco no pudo evitar recordar esos días en que fue feliz junto a su hermano y lo observaba desde la oscuridad de la noche, de como esos latidos se reflejaban en aquella extraña máquina. En como estaba custodiado con dos oficiales a su lado para evitar que escapara.

Hermano, la salvación es algo que se gana

Suelta tu mano del rencor y despierta en una nueva luz

Dentro de ti, aunque seamos hermanos

No dejes que mi odio te consuma

Aquel ente que nadie podía mirar caminaba con calma hasta llegar a la camilla, sentándose a su lado para poder descansar su cabeza sobre el pecho de su hermano donde no pudo evitar aferrarse a su gemelo con fuerza para ahogar su llanto. Había escuchado que había entrado en coma después de la operación, si despertaba le esperaba una larga condena junto con Robert; sabía que no podría ser feliz con ese bonito argentino que ambos amaban con la intensidad de sus almas. Lo único que escuchaba era como la puerta se había cerrado por el cambio de turno entre los oficiales, luego las manecillas del reloj resonaban para tortura de Francisco. Escuchaba los latidos de su hermano que sonrió al recordarlo nuevamente, como ambos siempre le hacían travesuras a Miguel Herrera o como molestaban a Robert o a Rafael; algunas veces se escapaban para irse al cenote en el poblado más cercano donde desaparecían por horas, amaban explorar todo el recinto. Imaginando que tenían una vida mejor lejos de sus propias padres, tantas promesas que no pudieron ser cumplidas.

— No confíes en todo lo que oyes... — dijo una voz Francisco se alarmó, pero no se alejó en ningún momento de su gemelo, gruñía al sentir esa jodida presencia nuevamente cerca de ellos y sintió como el lugar empezó a helarse por completo y al reconocer como aquel hombre ingresaba con una gran sonrisa a la habitación, le provocó un gran pavor — Jamás creí tener la oportunidad perfecta... — volvió a decir aquel hombre mientras sacaba de sus bolsillos una pistola que tenía un silenciador, esa risa desesperaban a Francisco quién maldecía no poder detenerlo, estaba protegido, una protección para evitar que le hiciera daño algun ente y solo gritaba, pero la voz nadie podía escucharla.

— Polvo al polvo ¿Cierto, Guillermo? Al fin podre sacarte de mi jodido camino — dijo entre risas El Tata Martino, jefe de ese entonces Joseph y quién coordinaba todo el desastre en conjunto con David Beckham. Llevaba años esperando una oportunidad para acabar con esa piedra en el camino, quién destruía todas sus operaciones y ejecutaba a todos sus contactos por placer. En más de una ocasión le ofreció el poder a Guillermo para tenerlo de su lado, pero solo recibió una bala en una de sus piernas como respuesta — Es hora de recuperar lo que es mío, el poder y te agradezco por eliminar a esos estorbos. Tal vez después vaya por tu apreciado Lionel... y los niños que tanto has protegido. ¡Soltaré una baja justamente en su frente! Al fin podré joderte de la misma manera que tu lo has hecho... — Y Francisco sintió como el aire entraba de golpe por la ventana, abrió los ojos con terror al escuchar.