Lazos perversos

Un poco de entendimiento

No tenía ni idea cuando fue la última que logró conciliar el sueño rápidamente y por un momento se sintió desorientando, apretó las sábanas con fuerza al no reconocer la habitación hasta que la puerta se abrió lentamente, mostrando a Reus con una taza de café — Al fin despiertas, princesa — expresó divertido, se sentó al borde de la cama y le extendió su mano para entregarle su taza de café.

Lionel Messi la aceptó apenado y le dio un sorbo, no pudo evitar jadear emocionado ante la delicia que recién probaba, su sabor dulce con ese toque de canela que tanto le encantaba — Tiempo sin beber café de olla... — expresó con calma y las sombras que siempre yacían junto a él desaparecieron por completo, el azul en los ojos de Reus resaltaba más, una suave calidez en su pecho es lo que sentía en estos momentos.

Reus solo sonrió antes de levantarse lentamente de la cama y caminar hasta la puerta — Vamos, alístate. Tenemos que ir a tu hotel para que te cambies e ir a la oficina... — dijo antes de salir de la habitación.

Lionel Messi hizo un leve puchero mientras pasaba algunos de sus dedos por la taza ante el momento que había tenido, o al ver que estaba en la habitación de un extraño con quién trabaja en un caso sumamente difícil, pero, aun así, desde hace tan solo escasos días se sentía tranquilo estando a su lado. Sacudió su cabeza un poco y prefirió ir a darse otra ducha para bajar a desayunar, admite que era un buen cocinero y era una de las mejores pastas que había probado que repitió apenado; ahora miraba por la ventana del auto observando como el cielo se teñía nuevamente de un color gris, un día fresco para todos y un escalofrío le recorrió parte del brazo que prefirió ignorar por primera vez.

— Puedes dejarme y yo iré por mi cuenta a la oficina, no quiero seguir molestándote — expresó Messi.

— Ni te preocupes, princesa. Tú ve y aquí te espero, tenemos una hora para llegar —

Messi solo sonrió un poco antes de bajar e ingresar al hotel. Subía al ascensor y al llegar a su piso pudo sentir por un momento una gran tensión, apretó sus manos con fuerza ante la idea de volver a escuchar esas molestas voces sin origen. Parpadeo varias veces para evitar caer nuevamente mientras caminaba hasta la habitación, mirando como las paredes blancas le lastimaban un poco los ojos ni siquiera tuvo que sacar su llave al ver la habitación con la puerta abierta.

Mostrando a un Rodrigo De Paul enojado y con el rostro totalmente rojo, quien al notar a su amigo lo sostuvo del brazo con fuerza para ingresarlo a la habitación cerrando la puerta con demasiada fuerza.

— ¿Dónde mierdas estabas, Lionel? Estuve preocupado toda la noche — ni siquiera era consciente de la fuerza que aplicaba en el brazo de su amigo quién buscaba alejarse de Rodrigo.

— Lo siento, Rodri. Fui a cenar con Reus y me quedé dormido en su casa... — explicó con una leve sonrisa, aguantando el dolor de ese agarre, pero las uñas empezaban a desgarrar su piel dejando caer un par de hilos de sangre — Me estás lastimando — susurró.

— ¿Qué hacías con él? ¿Eh? — preguntó enojado y con una leve mueca de disgusto en su rostro, su respiración se agitaba poco a poco, pero ver la mirada de pánico en el más bajo le provocó alejarse abruptamente siendo la oportunidad perfecta para Lionel de entrar a la habitación y cambiarse rápidamente de ropa. Rodrigo ni siquiera dijo nada y solo observaba a Messi colocarse su camisa, evitando su mirada.

¿Como debería sentirse ante esa agresión y al mismo tiempo ver la ausencia de Sergio Agüero? ¿Tan siquiera debería extrañarlo después de descubrir sus legado? Su mente estaba hecho un casos total que soltó un largo suspiro. — Te veo en la oficina... ¿Sí? — fue lo único que pudo decir antes de salir corriendo hasta la recepción dejando a un Rodrigo de Paul tensó y enojado que, al mirar por la ventana, no pudo evitar golpear la pared.