Sombras

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Los gatos naranjas suelen ahuyentar espíritus malignos, así como poder predecir el clima y advertir sobre alguna tormenta, conectados al océano desde hace varios siglos por sus aventuras con los piratas. Son considerados guardianes de la tradición y símbolo de coraje, protección en los mares turbulentos en la vida del ser humano. Lionel Messi tenía un amor por ese tipo de gatos que no podía evitar cargarlos cada vez que se encontraba con alguno y podía jurar que los fantasmas de su mente se alejaban abruptamente — Eres mi protector, hermoso gatito — susurraba con ternura y el pequeño felino solo lamía esas lágrimas que caían por las mejillas de su nuevo dueño como consolación a su perdida.

Lo más doloroso para Messi era no poder ir al velorio de su querido Guillermo y despedirse de él.

Ambas familias habían entrado en disputa tras su muerte y culpaban a Lionel Messi, por la inminente muerte del mexicano — ¡Mi hijo jamás podrá entrar al cielo por tu culpa, maldita aberración! ¡Por tu causa se suicidó! — expresó con todo el dolor su corazón, Natalia Magaña quién se aferraba a su esposo, Messi no pudo evitar mal mirarlos ante ese dolor fingido.

Justamente ahora se mostraban como los mejores padres del mundo ¿Habían olvidado todo ese abuso, golpes que le habían obsequiado esas noches?

Y el circo llegó de visita a la ciudad esperando con ansias la visita de su mejor cliente, pupilo y compañero. Pero recibir a Lionel Messi con un gato entre sus brazos donde les brindaba la peor noticia de sus vidas les provocó solo estar tres días y mirar el velorio a la distancia junto con el argentino, se requirió un día más para enterarse de la verdad donde esa maldita mentira junto con el verdugo falso se había encargado de provocar un dolor en el corazón del joven rizado y antes de marcharse decidieron visitar a ciertas personas.

¡El deseo de venganza es un sentimiento humano! Gritó el maestro de ceremonia de aquel circo que lloraba la muerte del joven, donde la promesa de llevárselo lejos de esa familia hipócrita yacía ahora en un ataúd.

— ¡Y será el mejor manjar, más sabroso condimentando por el mismo infierno! ¡Ni su Dios podrá salvarlos! — Uno de los acróbatas no dudó en encender el jardín entero de la familia Ochoa y los equilibristas destruyeron por completo la caseta policiaca del fraccionamiento ante el caso que habían decidido dejar impune — ¡Lionel Messi tu amor es una condena al infierno! — gritaron con enojo contra el argentino quién se cubría sus orejas ante los reclamos.

El circo jamás regresó a la ciudad.

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David Beckham llegaba por fin al departamento asignado y dejó todas sus cosas en el sofá para irse a la cocina a buscar de beber. Estos días los odiaba sobremanera, dentro de sí detestaba llevar el caso ante los recuerdos que tenía y la culpa llegaba tan solo un poco a él y por eso aceptaba el karma de regresar a este país después de tantos años. La lluvia empezó a caer con fuerza al mismo tiempo que algunos relámpagos se hacían presentes, se preparó un café y terminó sentado en su sala mirando cualquier cosa para evitar esos pensamientos intrusivos.

El día se iba desvaneciendo y cada vez más sentía que se volvía loco, coqueteaba con los delirios al ver a un joven sentado a su lado. Parpadeo varias veces antes de mover sus ojos a su derecha para encontrarse con la nada, soltó un largo suspiro y prefirió beber de su café, aunque quedó estático cuando la taza se quebró por completo — Maldición... — susurró con la respiración agitada y notó un gato color naranja desde su ventana, mirándole fijamente como si supiera sus más oscuros secretos.

¿Quién pagara por todas las cosas que has hecho?

No soy el único

Te observó mientras duermes y esas pesadillas van rompiendo tu silencio

Hiciste de tu corazón una gran prisión

Y dime, al final ¿Quién es el que está perdido y solo?

No soy la única

— Cállate Victoria — expresó en voz alta David Beckham mientras miraba a su antigua mujer por el reflejo de la televisión, que se había apagado por la ausencia de luz y rezó para callar esas dos voces que los torturaban.

Pero la segunda voz no lograba reconocerla.

Reus por otro lado miraba la lluvia caer desde su ventana mientras tenía una cerveza en su mano, disfrutando del silencio que había en la casa contando las gotas que había en ventana solo como un modo de distracción sin contar que Lionel Messi se apoyara en el umbral de la puerta con una leve sonrisa.

— ¿No puedes dormir princesa? — preguntó burlón Reus.

— No, pensaba en el caso y bueno creo que logré descifrar el siguiente pecado que veremos. Puedes ser la envidia o la ira... —

Reus se quedó pensativo por unos segundos recordando la sesión de hoy y solo se giró hacia Messi quién vestía un pijama un poco holgado, pero marcaban un poco esas piernas, admitía que era un hombre muy bonito y le provocaba querer protegerlo, así como cumplir sus caprichos, aunque era algo que jamás diría en voz alta sin imaginar que Messi admiraba esa espalda bien trabajada de su compañero que ansiaba recostar su cabeza y escuchar los latidos de su corazón.

Tal vez así podría volver a conciliar el sueño nuevamente o al menos, intentarlo.

— Me suena a que será la envidia... — dijo inseguro ante su propia teoría Reus.

Ambos se miraban a los ojos por unos largos minutos donde Messi contuvo la respiración al notar ciertos rasgos de su Guillermo en él, era algo que detestaba en Reus y desvió la mirada un poco — Descansa... — susurró inseguro de si mismo, la realidad es que deseaba poder seguir teniendo la atención de aquel hombre.

— ¿Aun sigues enamorado de ese fantasma llamado Guillermo? — preguntó Reus.

Messi cerró los ojos por unos largos minutos mientras soltaba más de un suspiro y se abrazaba así mismo para calmarse un poco ¿Por qué tenía que preguntar eso? Se atrevió a ingresar en la habitación para tomar asiento en el pequeño sofá de la habitación y Reus prefirió recostarse en la cama — No lo sé, puedo decir que, si y siento que sería una mentira, pero al mismo tiempo al decirte no, sería lo mismo. Es extraño para serte sincero — confesó el argentino.

— Sentimiento ambivalentes. — fue lo único que respondió Reus.

— Tal vez... lo único que sé es que me siento culpable y me ha costado manejarlo... —

— ¿Puedo saber el motivo de ello? —

— Ahm... — Lionel enterró su rostro entre sus manos para tratar de apaciguar aquellas lágrimas hasta que sintió un peso extra junto a él seguido de un fuerte abrazo envolver su cuerpo y no dudó en corresponderle a Reus — Solo dije una mentira blanca... quería que fuera libre sin mí pero no salió como resultaba — fue lo único que pudo explicar y esa noche Reus consoló al argentino, besando su cabeza y pegándolo a él disfrutando de esa paz que proyectaba cuando por fin se quedó dormido entre sus brazos.

Una mañana agitada para todos los centros de servicios al ver en diferentes puntos de la ciudad casas incendiadas desde la casa de Andrés Guardado hasta los puntos estratégicos donde fueron encontrados los cadáveres e inclusive los campanarios de la catedral y era este clima que había traído al parecer el noveno circulo del infierno, donde yacía Lucifer por traicionar a Dios.

Todo se volvía más confuso y la primera trompeta del Apocalipsis estaba por sonar
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Lazos perversosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora