Lazos perversos

Cumplí tu tiempo

— ¡Vamos Leo! ¡Prometiste venir a verme! — expresó un adolescente emocionado de cabellos castaños, sonrisa hermosa y de ojos brillantes como un par de estrellas que tenían cautivado a Lionel desde el primer día que llegó a la pequeña ciudad.

Messi no dudó en correr detrás del más alto entre risas sin soltar su mano, era su persona favorita en este vasto mundo ni en Argentina logró entablar un vinculo muy especial como el de ese chico — ¡Espera Guillermo! ¡No tan rápido! — gritó apenado y el chico mexicano se detuvo abruptamente como señal de una disculpa.

Guillermo Ochoa era fanático del circo y su sueño era trabajar en uno como payaso o acróbata, pero lo único que recibía era burlas por parte de sus compañeros, siendo el único en entenderlo, Lionel Messi. Adoraba a ese chico bajito extranjero de piel tan brillante como el de la luna y de esa sonrisa que el sol envidiaba. Ambos eran tan unidos y se apreciaban entre sí que se escapaban algunas noches para acudir al circo cercano de la colonia, donde Ochoa algunas noches trabajaba para conseguir algunos regalos para su único amigo.

Esos dulces años que jamás olvidarían.

O al menos, uno de ellos...

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Un delicioso y sutil olor a café llegó al olfato de Lionel Messi, activando una hermosa sonrisa hasta que la alarma automática le hizo despertar y abrió los ojos de golpe notando el cielo gris. Su estado de ánimo se mostraba un poco mejor que anoche y soltó un largo suspiro cuando empezó escuchar el ajetreo de sus dos compañeros en toda la habitación que no pudo evitar sonreír — Despierta pulga, tu café esta sobre la mesa — comentó Sergio con una risa y no dudó en tomar asiento en su cama mientras se estiraba un poco para activar su cuerpo.

Messi estaba feliz por ese hermoso recuerdo... desde de tanto tiempo había vuelvo soñar con él nuevamente, con su Guille.

Se levantó de la cama vestido con el pijama de colores y se sentó al lado de Sergio, inclinándose un poco, hablándole en voz baja — Es hora de alistarnos. Debemos salir puntuales — ordenó el más bajo de los tres y se fue encerrar al baño, fueron un par de horas caóticas para todos, pero cumplieron en bajar a las nueve de la mañana y Scaloni agradeció estar reunidos con todos en la recepción.

Reus solo sonó el claxon como señal y los cuatro se dispusieron en subir al auto, encontrados con un par de de chaquetas de cuero color negro con un 8 bordado en las mangas, causando confusión en todos, pero nadie preguntó nada. El camino más largo de sus vidas sobre todo por esa canción que ponía de nervios a De Paul, Sergio y Messi odiando saber alemán. La lluvia caía y por un momento Lionel sintió que el cielo lloraba al saber que el infierno yacía en sus tierras blancas, sin percatarse de una mirada de su gran verdugo.

¿Acaso Lucifer estaba en la tierra en busca de cumplir el designio que le solicitaron a cambio de un alma?

— Hemos llegado. — expresó Reus sin mirarlos.

Los pasillos helados de la fiscalía se mostraban vacíos hasta que al llegar a una gran sala se percataron de diferentes hombres y mujeres de otras nacionalidades, causando sorpresa en todos los presentes ¿Por qué tanto extranjero para aun asesino local? Miles de preguntas llegaron a Messi y tuvo que callar a su mente para tener su atención centrada en su nueva misión, no deseaba depender de esos fármacos.

Y Scaloni maldijo al reconocer al jefe de la misión a cargo...

El pasado le abofeteaba y tuvo que desviar la mirada.

David Beckham sería su jefe después de tantos años.

Reus solo observaba todo con curiosidad hasta que Beckham lo mando a llamar para que sentara a su lado, tantos años trabajando juntos que se había convertido pieza esencial en la vida laboral del británico — Estamos reunidos para una misión especial, estamos diferentes departamentos de justicia internacional... para un grupo delictivo en común. — David soltó un largo suspiro mientras recibía el café que Reus le acercaba, que no pudo evitar regalarle una sonrisa a su mano derecha.