VIII

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Strange-Capitulo ocho

Strange-Capitulo ocho

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—Tan solo digo que sería lindo ver a más mujeres por aquí. —Delilah apretó sus manos detrás de ella.

—¿Que hay de Lilith? Es una mujer. —Contesto el todo poderoso.

—Pero no me dejas acercarme a ella, padre. —Diría con un tono cansado, ciertamente Delilah era la única mujer en el cielo.

—Exacto, si tuviera a más mentesitas como la tuya aquí, me volvería loco. —Dios acarició su nuca.

—Pues no es así, si hubiera otra chica aquí tal vez no te molestaría tanto. —Mostro un semblante serio mientras se cruzaba de brazos.

—Delilah, déjame en paz, ve con tu hermano. —Le pidió ya estresado, mirando como Delilah abría sus alas para obedecerlo.

—Que gran padre eres eh. —Sin más partió de allí, aveces creía que su padre era un perfeccionista que no aceptaba ayuda de sus hijos a menos que fueran de su agrado, Delilah quería alguien como ella, nunca entendió porque era la única mujer, nunca entendió porque su padre solo quería a su hermano y a sus tontos Arcángeles.

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—Que lindo recuerdo, ah qué bonitos tiempos. —Susurro con sarcasmo estirándose sobre la cama, giro su rostro a la pequeña mesita a un lado de su cama, allí reposaba en un pequeño jarrón la rosa que le había obsequiado Alastor, ¿Porqué la conservaba? Ni ella lo sabía.

Había cuidado de ella ya por unos días, en lo personal Alastor había estado más extraño de lo normal, Delilah sabía que planeaba algo pero aún no sabía que era.

Una persona como el no hace las cosas sin tener algo como beneficio, el hecho de que estuviera siendo más "Amable" con ella, dándole obsequios o cumplidos solo le decía que algo quería.
Ya se estaba dando una idea de que, claramente el quería escuchar su historia, parecía que de verdad le atormentaba el hecho de no saberlo.

Ya tendría tiempo para pensar en eso luego, hoy sería su último día de trabajo en esa semana, luego vendría un día descanso que planeaba pasarlo acostada sin hacer absolutamente nada.

Sin mucho que hacer se dió un baño, desayuno y salió de nuevo a su trabajo, era su rutina después de todo.

Para su suerte el bar quedaba algo cerca de su hogar, podría llegar caminando lo cual le quedaba como anillo al dedo, no llegaba tarde porque quedará lejos, tan solo lo hacía porque se levantaba muy tarde.

—Justo a tiempo, increíble. —Husk le miro ingresar al lugar.

—Bueno, trato de ser una buena niña, pronto vendrá mi paga. —Dio una gran sonrisa hacia el cantinero que solo giro sus ojos.

Delilah tomo la escoba comenzando así su día de arduo trabajo, la morena solía hacer toda la limpieza y demás, mientras que Husk tan solo preparaba los tragos y servía en la barra, bueno eran un equipo, eso solía decir Delilah.

Cómo casi todos los días al esconderse el sol, Alastor cruzaba esa puerta con su carismática forma de ser que cada vez volvía más loca de lo que estaba a Delilah.

Delilah tan solo trataba de no pensar mucho en aquel sentimiento que había florecido literalmente de la nada para ella, claro era obvio que no podemos dejar de sentir y mientras más lo ocultemos, más obvio se vuelve para nuestra mente.

—Delilah no, lo conoces hace apenas un mes, no eres una maldita adolescente. —Susurro para si misma apretando más su agarre en la escoba al sentir cierta mirada en su espalda.

—Delilah, deja de hablar con la escoba y ayúdame aquí. —Le llamo Husk dejando el último vaso con licor sobre una pequeña bandeja.

—Ah si, perdón. —Tomo el objeto encaminandose a dejarlos en sus respectivas mesas.

La muchacha no entendía porque Alastor seguía allí, normalmente se quedaba solo una hora, pero justo ese día espero a que estuvieran por cerrar para levantarse en cuanto Delilah tomo su abrigo.

—Espero mi paga el Lunes. —Señalo al cantinero antes de salir, Husk tan solo asintió.

Estando fuera noto que Alastor estaba a un lado de la puerta. —Por fin terminas. —Le miro desde arriba, de verdad era alto.

—¿Necesitas algo? —Pregunto la mujer acomodando más su bolso en su hombro.

—Quiero que salgas conmigo mañana. —Diría para mirar los ojos azules de la mujer que se encontraba algo desconcertada.

—¿Salir contigo? —Pregunto a lo que Alastor asintió. —Crei que eras un caballero, tal parece que no sabes cómo pedir una cita a una dama. —Se burló creyendo que tan solo era una broma.

—Tienes razón, esa no es la manera. —El se giró sobre sus talones extendiendo su mano hacia ella, sin objeción Delilah coloco su mano sobre la de el. —¿Quisiera concederme el honor de salir conmigo el día de mañana, hermosa mujer? —Recitó para luego dejar un corto beso en la mano de Delilah.

—Creo que eso fue extraño. —Contesto riendo un poco ante lo ocurrido. —Bien galán, ¿A qué hora pasarás por mi?

—Cuando el sol se oculte. —Contesto simple con su típica sonrisa.

—Que profundo, está bien, nos vemos. —Se despidió Delilah para luego caminar a su hogar.

Ella sabía que ahora mismo se encontraba jugando con fuego, pronto descubriría porque Alastor se portaba tan extraño de la nada, aceptar aquella cita tan solo era el primer paso en toda esta historia.

Delilah amaba los retos, amaba lo raro, amaba el peligro, posiblemente podría llegar a amarlo a el.

Delilah amaba los retos, amaba lo raro, amaba el peligro, posiblemente podría llegar a amarlo a el

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𝙀𝙧𝙧ø𝙧 𝘾𝙚𝙡𝙚𝙨†𝙞𝙖𝙡→Alastor←Donde viven las historias. Descúbrelo ahora