A veces es mejor olvidar

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LONDRES, AÑO 1999-2000.

Durante ese año, Hermione se sumergió completamente en su especialización en la ley de derechos de las criaturas mágicas mientras trabajaba simultáneamente a tiempo parcial en el Ministerio de Magia del Reino Unido. La mayor parte de su tiempo se dedicó a estudiar, llevar a cabo una investigación exhaustiva sobre la defensa y la implementación de los derechos constitucionales de las criaturas mágicas consideradas minorías. Como pasante en el Departamento de Aplicación de la Ley Mágica, esperaba desesperadamente ser transferida al Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas.

A medida que pasaba el año, la relación de Hermione con Ron se fortaleció. Al principio, les resultó difícil encontrar un equilibrio entre sus horarios, especialmente con los numerosos compromisos de Hermione. Sin embargo, poco a poco armonizaron sus personalidades. Hermione entendió que el amor no era la única base de una relación, y con altibajos, solidificaron su cortezgo, evolucionándolo hacia una relación madura y comprometida.

Por otro lado, Hermione había estado evitando cualquier encuentro con Fleur Delacour a toda costa durante varios meses, incluso negándose a pensar en lo que había sucedido esa noche. Cada vez que se acercaba una reunión familiar de los Weasley, buscaba excusas para evitar asistir y evadía una reunión con la otra mujer.

Sin embargo, no estaba dispuesta a admitir en voz alta la profunda incomodidad que sintió cuando, varios meses después de su graduación, se enteró de que Fleur y Bill estaban esperando su primer hijo. Aunque fingió estar feliz por la noticia, por dentro, ese anuncio la golpeó como un gancho inesperado en el estómago. Con el tiempo, anunciaron el nacimiento de su hija, Victoire. En esta ocasión, Hermione envió un búho con sinceros deseos a la pareja.

Hermione había decidido seguir adelante por supuesto, sin discutir nada de esto con su novio.

Ella nunca admitiría que lo había traicionado.

Después del nacimiento de Victoire, solo habían pasado unas pocas semanas cuando, durante una cena íntima en la azotea del edificio donde los tres amigos compartían un apartamento, Ron se arrodilló y le hizo la pregunta que cambiaría sus vidas: ¿se casaría Hermione con él? Hermione se sumergió en un pensamiento profundo.

Ella amaba a Ron con todo su corazón; él era uno de sus confidentes más cercanos, y la conocía como nadie más. Sin embargo e incluso con eso ella también reconoció que a veces, parecían carecer de afinidades concretas y que había aspectos en los que todavía tenían que trabajar en pareja. Además, Hermione llevaba traumas que no se habían superado por completo y secretos que aún no estaba lista para compartir con nadie, ni siquiera con Ron... Durante ese largo minuto, su mente giró salvajemente mientras sus ojos se encontaban con los de su amado, lleno de esperanza y anhelo. De alguna manera, parecía que sus diferencias también servían para complementarse entre sí. Le gustaba pensar eso con regularidad. Finalmente, se dejó llevar por el impulso del amor que sentía por él.

"Sí,", susurró con una sonrisa tímida, y Ron se desbordó de emoción.

Hermione decidió no alimentar sus dudas. Se casaría con Ron porque su amor por él era genuino y se comprometió a hacer lo que fuera necesario para que su relación funcionara con el tiempo.

Perdida en la tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora