Perdida en la tentación

La boda

La Madriguera, OCTUBRE DE 2000.

Hermione se encontró allí, vestida con un vestido blanco radiante, aferrándose a las manos de Ron Weasley y a punto de aceptar el compromiso de convertirse en su esposa. Fue un momento de pura magia, como si todas las experiencias pasadas hubieran convergido en ese instante, dejando una marca indeleble en su memoria.

La presencia de su familia, así como la de sus amigos más queridos, llenó el lugar. Todos habían venido a celebrar el amor que los unía.

Con una voz decidida, Hermione pronunció un "sí, sí" que trajo lágrimas de alegría a sus ojos, lágrimas que permanecieron dentro de ella. Ron, por su parte, estaba abrumado por la emoción, y sus mejillas estaban empapadas de lágrimas de felicidad.

Todo sucedió espontáneamente, y ella se sintió completa, amada. Esa noche fue abrumadora, pero sin duda se convirtió en la más feliz hasta ahora.

En algún momento de la noche, su mirada se reunió con la de Fleur en la distancia. Después de evitar su contacto durante tanto tiempo, Hermione experimentó una extraña sensación de consuelo a través de ese gesto. Intercambiaron sonrisas desde lejos, y en un cierto momento, Ron se acercó sosteniendo a la pequeña Victoire en sus brazos, permitiendo que Hermione finalmente la conociera. El bebé era hermoso, con ojos tan azules como el cielo y el pelo tan rubio que casi se veía blanco. A pesar de los cálidos intercambios de miradas, nunca hablaron en persona; era mejor así. Ambas mujeres mantuvieron la distancia, y eso fue reconfortante.

Hermione saboreó plenamente la alegría de ese matrimonio, que habría sido perfecto si no fuera por el estado de embriaguez en el que Ron terminó.