Confrontación

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LONDRES - DICIEMBRE DE 2008

"¡¿Te has vuelto loca?!" Harry gritó, su voz resonando a través de la larga y vacía sala de estar del apartamento que Ron y Hermione compartían. Sus manos se agarraron desesperadamente a su propio cabello, tirando de él con tanta fuerza que sus dedos se metieron en su cuero cabelludo. Cada paso que dio hizo que las paredes de piedra se sacudieran, dejando un rastro de ira en su camino. Su cara estaba enrojecida, no solo por la exasperación, sino también por el intenso calor que emanaba de él. La furia desgarradora de sus palabras fue palpable, mezclada con una profunda preocupación por lo que había presenciado hace solo unos días. El aire a su alrededor parecía vibrar con su intensidad, como si fuera un huracán a punto de soltarse y destruir todo a su paso.

El hombre irrumpió en la casa con una urgencia palpable, como si su presencia por sí sola llenara el espacio con una tensión casi tangible. Hermione sintió el peso de su mejor amigo sobre sus hombros mientras trataba de apresurar el sueño de Hugo y calmar a Harry. Pero la furia que emanaba de él fue abrumadora y ella lo supo al instante tan pronto como él comenzó a hablar, su voz rítmica y agitada como las olas en una tormenta en el mar furioso. La ira se reflejó en sus ojos, caliente y salvaje, y su cuerpo temblaba con la intensidad de sus emociones. Era como si un huracán hubiera entrado en la casa y Hermione se encontrara en medio de la tormenta, tratando de mantenerse estable y tranquila mientras las palabras de él la golpeaban como ráfagas de viento.

El corazón de Hermione se aceleró mientras caminaba hacia Harry, sus pasos golpeando el suelo con una feroz determinación. No podía darse el lujo de poner excusas o perder más tiempo, necesitaba despejar la confusión en la mente de su mejor amigo. "Harry, por favor, tienes que escuchar", suplicó desesperadamente, su voz temblando de ansiedad. Mientras cerraba la distancia entre ellos, Hermione evitó intencionalmente el contacto físico, sin querer molestarlo más. El agotamiento y la preocupación grabados en su cara reflejaban la suya, ambos agotados de interminables noches sin dormir. Ella podía sentir el peso de sus pensamientos presionando sobre él como una roca aplastante. "Juro que hay una explicación por lo que viste. No es lo que piensas". A pesar de su miedo, Hermione se mantuvo inquebrantable, decidida a llegar a él antes de que fuera demasiado tarde.

El único consuelo de Hermione fue que había sido Harry quien las había visto y no nadie más. Esto tenía que ser una llamada de atención, una señal para cambiar su situación de una vez por todas. Necesitaba enderezar su vida y empezar a ser más asertiva con sus decisiones antes de que fuera demasiado tarde. Cada momento perdido fue otro paso hacia su inevitable caída.

"Hermione, por favor... No puedes dar a entender que lo que vi no era real. Aunque tal vez estaba un poco aturdido porque estaba borracho, pero no soy estúpido". Harry se aferró a su cabeza desesperadamente, con sus manos atravesando los enredados mechones de su cabello. Una mirada de frustración y confusión se cruzó en su cara mientras retrocedió, rechazando con vehemencia las palabras de Hermione. Su mirada ansiosa estaba buscando desesperadamente una manera de salir de la angustiante conversación, como si estuviera tratando de escapar de una realidad demasiado dura para enfrentarla directamente.

Hermione estaba luchando en un mar de emociones abrumadoras, como una tormenta en su mente. Sus pensamientos y sentimientos eran olas de enojo que se estrellaban contra las paredes de su mente, dejándola agotada. Sintió la necesidad de soltar todo lo que guardaba dentro, pero una parálisis emocional le impidió decir una palabra. Con cada latido acelerado de su pulso, su corazón parecía querer escapar de su pecho en busca de aire fresco, como un pájaro atrapado en una jaula en busca de la libertad.

"No, no, no... No estoy insinuando que seas estúpido", murmuró la joven hechicera en un tono suave y disculpado mientras extendía sus manos hacia él en un gesto de paz y disculpa. Sus ojos brillaban con una mezcla de nerviosismo y angustia, sus largos dedos temblando ligeramente. La morena dio un paso atrás, su cuerpo tenso por su cercanía. Hermione no sabía cómo interpretar eso, pero podía sentir la tensión que emanaba de él.

Perdida en la tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora