Perdida en la tentación

El dolor trae consigo ciertas cosas

SHELL COTTAGE, ABRIL DE 1998

Agonía. Un dolor indescriptible la consumió por completo. Hermione sintió cómo cada poro de su piel se quemaba, como si las llamas de un fuego infernal estuvieran estallando dentro de ella. De repente, se enderezó abruptamente en la cama y, con un gesto desesperado, arrojó el contenido de un frasco contra la pared, golpeándolo con el dorso de la mano. Luego, se acurrucó en una posición fetal, apoyándose hacia la espalda contra la cabecera. El mundo que la rodeaba giró salvajemente, mientras nuevas lágrimas corrieron por sus mejillas y los sollozos angustiados escapaban de su boca. Perdida en un mar de agonía, sostuvo las piernas con fuerza. Desorientada, no reconoció el lugar en el que estaba o la figura que se acercaba con cautela. Un sabor metálico, una mezcla de sangre y tierra llenó su boca, y sintió una sensación de ardor al tragar.

"No te asustes... No te haré daño..." Una voz suave resonó en sus oídos doloridos. Hermione sintió una débil familiaridad, aunque su instinto de estar alerta se mantuvo en guardia. La figura mantuvo una cierta distancia, respetando su espacio. "Estás a salvo aquí..." susurró de nuevo, en un tono apenas perceptible. La voz melodiosa de esa criatura era algo reconfortante. "Soy Fleur, ¿te acuerdas de mí?"

Hermione luchó por pensar con claridad; su cuerpo parecía estar envuelto en llamas. "Hermione, solo quiero ayudarte..." La figura en la habitación dio un paso cauteloso más cerca de la cama, pero Hermione reaccionó apretando las piernas y sollozando aún más fuerte.

"No te acerques..." Su susurro era apenas audible, una voz débil y frágil que ni siquiera se reconocía a sí misma. No pudo identificar su propio cuerpo herido y dolorido.

La figura, aún desconocida para sus ojos, se quedó en silencio y permaneció inmóvil por un momento. Finalmente, después de unos largos segundos, susurró: "No me moveré de aquí... Me quedaré a tu lado, sin tocarte... ¿Te parece bien?"

Terminó con una voz cálida y dulce.

Hermione lloró durante lo que se sintió como minutos interminables, mientras Fleur estaba allí, a pocos pasos de la cama, esperando pacientemente a que Hermione estuviera lista para que se acercara. Finalmente, con pasos vacilantes, Fleur se acercó, susurrando palabras reconfortantes y dulces de vez en cuando, hasta que llegó a su lado. Hermione, que había estado llorando con su mirada perdida en algún rincón de la habitación, finalmente reconoció su presencia, y cuando estaba lo suficientemente cerca, se volvió hacia ella y se dejó envolver en sus brazos, sucumbiendo a sollozos desgarradores.

Las lágrimas fluyeron incesantemente, drenando los últimos rastros de humedad de sus ojos. Se aferró desesperadamente al cuerpo que la sostenía, extrañamente encontrando consuelo en el calor de su pecho. El torrente de angustia la abrumó mientras su llanto continuaba sin cesar. Sus sollozos resonaron en la habitación, empujándola a los límites de su fuerza. Pero poco a poco, agotados y gastados, las lágrimas disminuyeron, dejando atrás un vacío silencioso.

Inmersa en esa fragilidad, se acurrucó contra el cuerpo cálido que la acunaba, como si buscara refugio en un abrazo salvador. El latido del corazón de la otra fue un consuelo en medio de la tormenta emocional que la había envuelto. Sacudida por ese latido del corazón constante, Hermione se dejó derivar hacia el umbral del sueño.

...

Hermione se hundió en un sueño profundo que duró casi dos días ininterrumpidos después de ese fatídico día. Fleur había utilizado sus habilidades de poción curativa para atender las heridas de la joven y asegurarse de que descansaba lo suficiente como para evitar el dolor físico agudo que causaban.

Cuando Hermione finalmente se despertó, su cuerpo ya no experimentó el mismo nivel de dolor. Aunque todavía había algunas marcas en su piel en el proceso de curación, la intensidad de su sufrimiento había disminuido significativamente.