El destino tiene formas curiosas

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HOGWARTS, AÑO 1994

Hermione estaba en su cuarto año en Hogwarts y la paz, se había convertido en un concepto transitorio e ilusorio. Cada año escolar ofrecía un nuevo conjunto de circunstancias que, como un torbellino, llevaban a la joven protagonista a un futuro desconocido. A pesar de su cerebro y su ingenio, Hermione no se había acostumbrado a las repercusiones negativas de su amistad con Harry Potter.

Esta vez, Hogwarts fue el lugar del prestigioso Torneo de los Tres Magos que atrajo a un gran número de estudiantes de Beauxbatons y Durmstrang. La conmoción en los pasillos abrumó a Hermione quien se encontró envuelta en una maraña de caras desconocidas. Este año prometía problemas a cada paso, y Hermione se dio cuenta de inmediato de que los obstáculos solo crecerían cuando el nombre de Harry brotó de la extraña copa proclamándolo como un contendiente inesperado.

Entre todos los eventos que definirían este momento, una interacción aparentemente menor daría forma al futuro de Hermione de maneras inimaginables, pues ese año sorprendentemente y gracias al destino había conocido a Fleur Delacour.

¿Cómo podría, con toda su claridad, pasar por alto la presencia de la joven más impresionante que jamás había visto? Su belleza era tan seductora que era imposible resistirse. Pero había algo más, algo que iba más allá de la mera atracción, y Hermione era muy consciente de ello pues la joven se destacó por su naturaleza de Veela. Cuando la bruja inteligente se dio cuenta de esto, se encontró inmersa en un extraño baile de sensaciones cada vez que estaba muy cerca. Era como si todo su ser temblara en respuesta a la inexplicable emanación de la Veela, una sensación que sin duda se replicó en todos los que la rodeaban.

Hermione, por otro lado, no se vio afectada por la incómoda envidia que a otras jóvenes le provocaba la vista de Fleur. Tampoco cedió a la tentación de perseguirla por los pasillos como lo hicieron algunos chicos que no pudieron resistirse a sus atracciones. Simplemente miró a Fleur objetivamente, consciente de su propia existencia y de cualquier contacto sutil que pudieran haber tenido en la biblioteca. El aroma distintivo de Fleur, junto con sus feromonas inherentes, se había impreso en la memoria de Hermione como a cualquiera que hubiese estado cerca de ella.

Fue interesante para Hermione sumergirse en el dominio del autodescubrimiento, convirtiéndose en el foco de sus propias preguntas para captar realmente la extraña especie que componía el linaje Veela de la otra mujer. La joven bruja sintió un interés excepcional en desentrañar cómo ser un cuarto Veela le otorgó a Fleur una apariencia casi celestial. Hermione fue capaz de apreciar la superioridad y el desprecio que definieron la personalidad de Fleur en sus relaciones con el entorno a través de este ejercicio de empatía. Ella podía imaginar vívidamente las dificultades que venían de vivir en un mundo donde era imposible pasar desapercibida. A pesar de esta comprensión, la personalidad de Fleur provocó extrañamente el interés de Hermione.

Así es como Hermione y Fleur se habían conocido por primera vez, siendo el destino el que tenía reservado para ambas un encuentro que daría forma a sus vidas en medio de un año lleno de eventos abrumadores y momentos importantes.

Perdida en la tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora