Verdades necesarias

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LONDRES- MAYO DE 2009

Hermione se vio envuelta en un tumulto de deberes que la habían llevado durante las últimas semanas. Había pasado casi un mes completo desde esa noche cuando, con cruda honestidad, Ron y ella se habían enfrentado al futuro de su relación. Un futuro en el que su matrimonio ya había llegado a su fin. A raíz de esa dolorosa conversación, el espacioso apartamento de Hermione ahora se sentía asfixiante y tranquilo. Ron se había mudado oficialmente a la habitación de invitados, y sus interacciones se habían convertido en poco más que intercambios obligatorios, a menudo interrumpidos por largos períodos de fuerte silencio. El peso de sus pensamientos tácitos colgaba mucho en el aire, convirtiendo su espacio de vida en una atmósfera palpable llena de tensión.

En algunas noches, Hermione estaba segura de que podía escuchar los sollozos de Ron resonando desde su habitación, un lamento que solo añadía más pesadez al espacio entre ellos, lleno de miradas tristes que impregnaban cada esquina. Los únicos momentos en los que lograron coexistir de forma natural fueron los que compartieron con sus dos hijos, frente a los cuales intentaron defender una fachada de normalidad. Al menos, los argumentos y las tensiones habían desaparecido entre ellos. No hubo más peleas de ningún tipo. No había obligaciones o expectativas que cumplir aparentemente de ninguna de las partes. Solo había una persistente sensación de tristeza y silencio, que los envolvía en su sombrío abrazo.

Hermione y Ron parecían existir en el mismo espacio, sus sombras apenas se tocaban mientras seguían en su vida diaria. Pero con cada día que pasaba, Hermione sentía el peso de su situación presionando sobre ella como una capa sofocante. La insoportable soledad que sintió amenazada con consumirla, pero trató de alejarla. Hermione y Ron apenas habían discutido los detalles de su separación, ambos demasiado abrumados como para abordar el tema. Hermione sabía que Ron estaba en un estado frágil, y no quería empujarlo más. Fue él quien sugirió buscar asesoramiento legal, pero antes de dar ese paso, quería tener una conversación pospuesta con Molly, una en la que pudiera dejar al descubierto la verdad sobre su decisión. Ron había estado retrasando este momento, pero era comprensible teniendo en cuenta la gravedad de la situación para todos los involucrados.

Esta situación sin precedentes golpearia el corazón de la familia Weasley, rompiendo las tradicionales relaciones largas con una decisión que cortaría profundamente y resonaría con dolor. Hermione sintió con fuerza la agitación interna de Ron, su creencia en fallar a sus parientes era palpable en el aire. La inminente ruptura parecía destinada a dejar cicatrices en sus lazos familiares, una fractura que resonaría mucho más allá de los dos, impactando a todos los que estaban entrelazados en sus vidas. El peso de esta elección se averizó, amenazando no solo su vínculo, sino también el mismo tejido de su existencia.

Hermione tomó una decisión difícil: no presionarlo. Aunque ella confiaba en que eventualmente revelaría sus planes a su familia cuando estuviera listo, el silencio entre ellos era cada vez más pesado y casi tangible. A pesar de ser paciente, el vacío en su relación la oprimió como una carga insoportable. Más allá de sus compañeros de trabajo, sus hijos, las breves visitas a sus padres y las pocas conversaciones con Harry, se encontró atrapada en una profunda sensación de aislamiento.

En cierto modo, perder a Ron se sintió como perder todo lo que le había querido como familia. Ver cómo su vínculo con los Weasley, después de todos esos años, desaparecería como si nunca hubiera existido, fue un concepto escalofriante que la llenó de temor.

Bajo esa premisa, se aferró a cada día, llena de miedos e incertidumbres sobre la falta de control sobre su vida. Fue agotador, de una manera que pesaba mucho en su alma. Al final, esperar y tratar de aligerar las cosas con el pelirrojo fue todo lo que podía hacer.

Hermione luchó por mantenerse esperanzada frente a las difíciles decisiones que había tomado, aferrándose a su trabajo y manteniendo su mente ocupada. Mientras caminaba por los interminables pasillos del Ministerio en un día típico, se sorprendió por un visitante inesperado que sacudió su mundo interior.

Perdida en la tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora