Seguir adelante

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LONDRES, JULIO DE 2003

Hermione nunca lo admitiría en voz alta; no se atrevería, pero el día que terminó la complicada relación que había tenido con Fleur, sintió que le faltaba algo. Ese día perdió algo que no podía recuperar; algo se había roto dentro de ella. Era como si se le hubiera abierto un agujero en el pecho que absolutamente nada podía llenar.

Hermione comenzó a dedicar más horas al trabajo, comenzó a pasar más tiempo con Ron de nuevo, trató de hacer ejercicio y comer más sano, comenzó a leer más y más libros y comenzó a dormir cada vez menos. A veces, en esas noches de pesadillas e insomnio, se preguntaba cómo estaba Fleur. ¿Estaría bien? ¿Le faltaría tanto como a Hermione? ¿Estaría emocionada por su embarazo y se habría olvidado de ella? A veces Hermione prefería pensar que la rubia había seguido adelante con su vida, y aunque ese pensamiento de ella estaba extrañamente herido, esperaba convencerse a sí misma de que era mejor superarlo. Pasó semanas tratando de no pensar en ella, obligándose a estar ocupada para no encontrar una excusa e ir a su casa a verla, incluso por un par de minutos.

Tomó un par de meses hasta que pudo continuar sin los pensamientos latentes de la otra mujer en su mente.

Esta noche de julio, Hermione había salido del trabajo un poco antes de lo habitual, ya que había recibido un mensaje de su marido. Ron estaba aprendiendo a usar su nuevo teléfono móvil, un dispositivo muggle que era mucho más útil que una lechuza para enviar mensajes. Le había llevado un par de semanas, pero ya había empezado a usar el suyo. Así que esta noche, con un mensaje de texto de ella, la invitó a cenar en un buen restaurante que a Hermione le gustó mucho.

El pelirrojo pidió el vino favorito de su esposa y se comportó como un caballero durante toda la noche. Fue la primera cita honesta que habían tenido en casi un año, y se sintió genial. La morena podía sentir el calor del momento en su pecho. Esta vez, Hermione no había dado ninguna excusa como antes, y como en las últimas semanas, había decidido a hacer todo lo posible para que su matrimonio funcionara. Se había prometido a ser feliz con su mejor amigo y marido. Aunque había sido un trabajo constante, Hermione había puesto toda la paciencia de la que era capaz, y con el amor que tenía por Ron, decidió luchar por su matrimonio.

Esta noche no pensó en Fleur por primera vez en semanas; no se sintió abrumada ni triste; solo eran Hermione y Ron juntos, disfrutando de la compañía del otro y riéndose de chistes tontos. Cuando llegaron a casa, hicieron el amor, y ella se sintió bien pues el pelirrojo había sido dulce y comprensivo.

Fue la última semana de julio cuando Hermione finalmente tuvo un día completo sin Fleur en su mente.

Perdida en la tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora