Capítulo 32

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Eider.

El vestido cae a mis pies, cerca de la sudadera que estaba utilizando. Miro mi cuerpo en el espejo que hay delante de mí. Lo único que veo es una mujer feliz con su cuerpo. Una mujer que ha odiado su cuerpo hasta que apareció esa persona. Esa persona que llenó su corazón partido por culpa de las horribles palabras de la gente que estaba con ella casi todos los días.

Me daba mucho asco verme al espejo cuando era una adolescente, pero ahora con treinta y un años no me da asco ninguno. Lo único que pienso cuando veo mi cuerpo reflejado en el espejo es que soy tremendamente hermosa y también muy sexy. Mis caderas anchas hacen que tenga unas curvas espectaculares. Mis grandes pechos crean un escote muy atractivo que me encanta ver cuando estoy utilizando algún vestido, una camiseta o incluso un sujetador.

Recuerdo los grandes cambios que he tenido desde que conozco a Jungkook. Fue el único que me enseñó a amar mi cuerpo tal y como es. Me enseñó a mirarme al espejo, más bien me obligó con mucha dulzura a que mirase mi cuerpo en el espejo. Estaba sentado en la cama mientras me tenía delante suya llevando solo mi ropa interior. Poco a poco comencé a mirar mi cuerpo. Su voz me guiaba. Describió despacio cómo era mi cuerpo comparándolo con objetos que me gustaban, cosa que me hizo reír.

Las perlas eran mis pechos. Perfectamente hechas, redondas, pero algunas eran más grandes que las otras haciéndolas todas perfectas tal y como son. Sonreí y reí escuchándolo mientras decía esto y seguía describiendo mi cuerpo.

Poco a poco, dejé que mirase mi cuerpo e incluso que lo tocara. Sus manos se movían lentamente por mi cuerpo y siempre encontraba sus ojos mirándome. Iba despacio con las yemas de sus manos sobre este preguntándome si me encontraba bien o si debería parar de tocarme.

Y allí me encuentro ahora. Mirando mi cuerpo como aquel día, pero esta vez amando el cuerpo que veo en el espejo. Es mi cuerpo, solo mío hasta que desaparezca de este mundo. Soy la primera que debe amar mi cuerpo, pero siempre he sido la segunda persona amando mi cuerpo. La primera era él. Jeon Jungkook, el chico que cambió a una chica muy insegura.

Los tirantes de mi sujetador rozan mis brazos mientras se alejan de mi cuerpo. El sujetador cae al suelo y veo una sonrisa en mis labios.

Amo mi cuerpo y me alegro de que dejase el asco en el pasado.

Ya completamente desnuda, introduzco mi cuerpo en la bañera. El agua está muy caliente, pero no quema, solo me relaja. Descanso mi espalda en el respaldo de esta y cierro mis ojos. Huelo los aromas que he añadido en el agua hace unos minutos y me hacen recordar los numerosos baños que tuve con mi futuro marido.

Todo eran risas, pero no solo eso. Acariciábamos nuestros cuerpos mientras nos besábamos. Jungkook colocaba mi cuerpo sobre su regazo y cogía mi pelo dejándolo a un lado. Sus manos recorrían mi piel y yo hacía lo mismo con las mías. Tocaba su pecho dejando besos en su cuello y escuchaba su respiración y también varios gemidos. Susurraba mi nombre o me llamaba de tres maneras: nena, pequeña o mi diosa. Desde la primera vez que me llamó así, amé estas palabras que salen de su boca.

Sus manos tapaban perfectamente mis pechos y yo sonreía mirando su rostro. Su cara estaba bastante embobada y siempre me daba gracia. Estaba loco por mis pechos. Siempre le han sorprendido verlos y tocarlos.

Sonrío recordando esto. Muevo mis piernas y me abrazo a mi misma. Miro hacia arriba y pestañeo intentando no llorar.

Le pido a mi difunta madre que Jungkook se recupere pronto. Mis lágrimas se mezclan con el agua de la bañera.

Necesito a Jungkook. Necesito que se quede conmigo.

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