Capítulo 1

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Sexo, fiestas, alcohol y noches llenas de romanticismo. Esta es mi vida al lado de mi futura esposa, Eider West. Nos lo pasamos en grande cuando estamos juntos, es decir, todos los días.

Mi prometida es mi felicidad. Su sonrisa ilumina mis días cuando abro los ojos todas las mañanas. A veces la encuentro durmiendo, pero otras veces la encuentro mirándome sin parar tocando mi pecho. Después, todo da un cambio repentino. Sus labios forman una "o", muerde sus labios o devora los míos queriendo sentir más sensaciones que solo yo le puedo dar.

Sus gemidos son música para mis oídos cada día, pero también cada palabra que dice cuando le doy placer. Cae a mis pies pidiéndome más y yo no puedo negarme a darle todo este placer. Es mi diosa.

Mi dedo índice está entre sus labios después de acabar con nuestro sexo matutino de cada día.

—Esa es mi chica —digo susurrando. Suelta mi dedo y se queda arrodillada en la cama mientras estoy de pie delante de ella.

Al escuchar mi voz, su preciosa y traviesa sonrisa aparece. Se sonroja y se encoge de hombros mientras se sienta en la cama, pero sus pensamientos cambian. Se pone de pie en la cama y me toma por el cuello devorando mis labios. Mis manos se colocan encima de su sexy lencería y agarro su trasero.

—Joder, te amo —asegura después de liberar mi labio inferior.

—Ven, vamos a darnos un baño. Lo necesitamos.

Cojo una de sus manos y acaricio su anillo de compromiso con mi pulgar. Llevó su mano a mis labios y beso el frío metal.

Me mira sin parar con sus preciosos ojos verdes. Lamió mis labios y la tomó en brazos.

Grita asustada y comienza a reírse. Abro la puerta del baño de nuestra habitación dándole una suave patada.

Mi chica sigue mirándome. Dejo que sus pies descalzos toquen el suelo. Busca mi mano y, cuando la está sujetando, entrelaza nuestros dedos apartando la mirada. Mira nuestras manos en silencio.

Coloco un dedo en su barbilla y la levantó ligeramente para que me mirara. Muerde su labio inferior mirándome.

Sonrío al ver lo que hace.

—No, cariño. Ahora no te voy a decir nada sucio. Ni siquiera voy a intentar hacer algo que nos encanta —explicó.

Está tan acostumbrada a mi tacto. Cuando elevo su rostro de esta manera, algo sucio está a punto de comenzar. Sexo y más sexo. Esto es lo que nos encanta.

Después de elevar su precioso rostro de diosa, su cuerpo puede acabar contra la pared o mis dedos empapados mientras ella gime y agarra mi camiseta disfrutando de la maravilla que hago en su parte más íntima.

—Eider —digo su nombre y mi diosa me mira con atención—. Te amo tanto —sonríe y está a punto de decir algo, pero sigo hablando—. Me tengo que ir a Australia.

—¿Qué? —frunce el ceño muy confusa. Sonríe y suelta una carcajada—. Estás de broma, Jungkook —niego.

Sus preciosos ojos comienzan a cristalizarse y se me parte el corazón verla así.

Pongo mis manos en sus mejillas y me acerco mucho a ella.

—Mi amor, estaré muy pronto aquí —susurro—. Te lo prometo, mi vida. Te lo prometo —repito y solloza un poco, pero poco a poco comienza a tener mejor aspecto. Me mira a los ojos y pestañeó varias veces.

Al hacer esto, sus lágrimas corren por sus mejillas. Las secó con mis pulgares y sonrió un poco. Esconde su rostro en mi pecho y suspira. Después, escuchó su risa por unos dos segundos.

—Bueno, por lo menos nunca te perderé.

Niego y sonrío un poco, pero mi sonrisa desaparece cuando sus labios se estrellan contra los míos. Sus manos se mueven por todo mi torso y van rápidamente hacia mis bóxers. Se deshace de ellos en pocos segundos. Roza la parte inferior de su vientre contra mi miembro y muerdo su labio inferior mientras gruño.

—Ese es mi hombre.

Dicho esto, se acerca a la bañera y prepara el agua. Me deja una vista demasiado buena. Su trasero pide a gritos que haga algo.

Esta es mi prometida y nadie se puede imaginar lo mucho que le quiero.

𝐖𝐎𝐑𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora