Capítulo 39

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Dos meses... Han pasado dos meses desde que Eider me dejó. Dos meses sin saber nada sobre ella. Dos meses viendo a Robert todos los días, no me dirige la palabra. Dos malditos meses.

Mi oficina se ha convertido en mi único lugar seguro y el único en donde encuentro paz. Apago siempre mi móvil cuando entro y empiezo a dibujar sobre el escritorio. Si ves estos dibujos, lo único que ves es felicidad, pero detrás de todos ellos hay un significado que solo yo le puedo dar. Tristeza. Eso es lo que veo en cada creación que hago, pero nadie más ve esto.

Dibujo imaginariamente una máscara con una sonrisa sobre cada personaje que hay en las tantas hojas que he dibujado. Sonrío al ver los personajes. Por lo menos ellos parecen felices.

Recojo todas mis cosas para ir a mi apartamento. Paso delante de Robert, el cual se detiene en seco al mirarme como si fuera una criatura extraña. Yo también me detengo y acomodo mi chaqueta sobre mi brazo.

—Me estoy volviendo loco, Robert —digo y él espera a que la gran impresora acabe su trabajo. Me pongo delante de él y me mira, una vez más, con furia—. Háblame, por favor.

Una de sus manos se convierte en un puño y es en ese momento cuando recuerdo lo que pasó hace una semana. Empujó mi cuerpo contra uno de los cristales de una oficina y me cogió por la corbata. Juro que en ese instante pensaba que me iba a morir porque me faltaba aire, pero no fue así. Me soltó cuando una compañera de trabajo lo empujó sin parar de gritarle que estaba completamente loco.

Tuvo mucha suerte porque nadie lo denunció. Todos los empleados hicimos como si nada hubiera pasado. Menuda suerte tiene.

No quiero ser malo, pero lo denunciará sin pensarlo. Y no por cómo se comportó conmigo ese día, sino que lo denunciaría por su estúpido comportamiento desde hace dos malditos meses.

Sé que la policía se reiría de mí si pongo esta denuncia. No tiene ningún sentido, pero me estoy volviendo loco. Necesito respuestas y él no me da ni una.

—¿No te da miedo después de lo sucedido, Jeon? —suelta mirándome con furia. ¿No tienes sentimientos o qué coño te pasa desde que te golpeaste la cabeza?

Pestañeo sin entender nada. Sé que me golpeé la cabeza, pero no sé nada más.

—¡Tienes amnesia, gilipollas! ¡Cada día tienes más y más porque no recuerdas cómo le destrozaste la vida!

Doy un paso hacia atrás no porque me de miedo, sino porque no entiendo absolutamente nada.

Entro en el ascensor corriendo y siento cómo mi respiración se descontrola. Marco un piso en el que nunca estuve, pero sé perfectamente que hay en este.

Espero que las puertas se abran y, cuando esto ocurre, lanzo mis cosas en el suelo con mucha furia.

No sé qué me está pasando y no entiendo porqué no recuerdo nada.

Camino rápido hacia una estantería llena de botellas y cojo una. La abro y la sujeto con fuerza intentando no estrellarla contra la pared.

El espacio oscuro iluminado por una luz cálida enseña mi figura. Un hombre destrozado.

Un hombre que tenía todo lo que quería antes de llegar a este país. Un hombre en traje bebiendo alcohol. Jungkook está destrozado porque ha perdido al amor de su vida y no sabe por qué.

Un Jungkook que necesita miles de respuestas.

𝐖𝐎𝐑𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora