Capítulo 15

3.5K 200 9
                                    

Una caja en mi escritorio, varios papeles en una mesa, carpetas en el suelo de parqué. Esto es lo que encontré en mi oficina cuando Eider me enseñó el lugar en donde estaré trabajando mucho tiempo.

Nunca me han gustado los espacios sucios y repletos de objetos por todos lados. Estar en un lugar así me hace sentir muy incómodo y necesito, sí o sí, ordenar lo que tengo delante de mí.

Debo decir que la gran ventana que está detrás de mi escritorio convierte mi incomodidad en una ligera felicidad. ¿Por qué? Básicamente porque adoro los espacios con mucha luz y esta me ayuda a trabajar mucho mejor. Tengo más ideas y mi mano pasa por el papel que sostengo con una rapidez increíble. Dibujo más rápido de lo normal y acabo satisfecho con lo que he creado.

Cuando entré en mi oficina, tenía claro lo que iba a hacer primero: ordenar este espacio tan incómodo, pero al ver la luminosa luz que entraba por la gran ventana, no sabía si debería dibujar primero.

Pero me decidí por la primera opción cuando mi jefa abandonó el lugar con sus altos tacones. Intenté escuchar cada una de sus palabras, pero el desastre que tenía delante gritaba que limpiase todo ahora mismo.

Tuve suerte porque no encontré ningún chicle u objeto asqueroso del anterior dueño de la oficina. Seyeon tenía ganas de hablar sobre él, pero dejó el tema por el aire. No dijo absolutamente nada de este hombre. Solo espero que nunca encuentre algo suyo en mi oficina.

—Jeon, ¿verdad? —la voz de Robert interrumpe mis estúpidos pensamientos, los cuales se centran en un pasado que no conozco de mi actual oficina.

—Sí, soy yo —respondo por fin pasando un paño por mi escritorio. Robert se ríe al verme.

—¿Te han contratado para que limpies esta pocilga? —miro a mi compañero de trabajo y en su rostro no hay rastro de burla. Solo está bromeando.

Giro mi mano en círculos encima de la madera intentando ocultar una pequeña sonrisa. Me centro en el precioso color de mi actual escritorio. Elevo mi mirada y veo a este chico.

—Me gusta tener todo en orden —explico y paro de mover mi mano sobre mi espacio de trabajo.

—Ya que estás, ven a mi casa y límpiala —suelta una carcajada y sonrío esperando que en realidad no se burle de mí. Se acerca a mí y me mira—. ¿Necesitas ayuda?

Muerdo mi labio inferior llevándome una mano a mi nuca.

¿Qué debería decir? ¿Realmente necesito ayuda o tengo que asentir para no quedar como un bicho raro en mi primer día en la empresa?

—Sí, claro —aclaro mi garganta y sonrío tímido—. Como tú veas. Si quieres...

—Jeon, tranquilo —me interrumpe rápidamente moviendo sus manos. Sus labios se tuercen en una dulce sonrisa—. Te ayudaré solo si dejas de ser tan rarito. No te voy a comer. No me van los hombres —hace una pausa y eleva una de sus perfectas cejas—. O tal vez sí.

Solo me queda sonreír e intentar no pensar en lo que acaba de decir.

𝐖𝐎𝐑𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora