Sus gemidos se quedan grabados en mi mente. Sus manos tocaban mi cuerpo sin parar mientras ambos sentíamos placer.
Y allí estaba yo amándola como debería de haber hecho todos estos días desde que abandoné Inglaterra. Por culpa de la distancia no pude hacer absolutamente nada con ella y esto me entristece. Solo pude hablar con mi chica por teléfono, nos mandábamos mensajes y probábamos las videollamadas.
Mis manos no se apartaron ni un segundo de su piel cuando estábamos en todas las posiciones. Acaricié su cuerpo dejando besos por cada centímetro de su piel mientras escuchaba cómo gemía mi nombre.
Tiró de mi cabello numerosas veces cuando estaba utilizando mi lengua como a ella le encanta. En sus pechos y en su parte más íntima.
Joder. No podía parar de darle placer y de amarla.
Gritos, gemidos y respiraciones agitadas bañaron mi habitación anoche. Me alegro tanto de que viva completamente solo en este apartamento... Si alguien viviese aquí conmigo, abandonaría el apartamento o se quejaría a gritos. Creo que pasaría la segunda opción y me odiaría con todo su ser. Como no... No me gustaría que mi compañero de piso esté follando a gritos y gimiendo sin parar.
Miro por el gran ventanal que tengo delante de mí e ignoro la sábana blanca que está tirada en el suelo. Las mantas están muy movidas, pero no tengo ganas de ponerlo todo en orden ahora mismo.
Escucho la puerta del baño abrirse y aparece Eider vistiendo una de mis camisetas azules y sus bragas negras. Su cabello está un poco alborotado y sonríe mirándome. Gatea en la cama hacia mí y la miro fijamente. Se coloca sobre mi regazo y se ríe. Sonrío al verla así de feliz.
—Menudo desastre de pelo que tienes hoy —comenta y se cruza de brazos. Miro sus labios y sonrío. Toco mi pelo sin importar cómo luce.
—Es culpa tuya y lo sabes —digo y la ataco haciéndole cosquillas. Comienza a reírse y a gritar. Me río con ella y se esconde acercándose a mi cuerpo.
Contra mi pecho desnudo siento sus pezones bajo la camiseta que viste. Llevo una mano hacia uno de ellos y Eider me mira con una media sonrisa mientras se acomoda sobre mi regazo.
—¿Quieres jugar un poco más? —me pregunta y recorro su pierna con mi mano libre. Asiento mordiéndome el labio inferior.
Se acerca a mis labios y los besa. Dejo de jugar con su pezón erecto y mi mano atrapa su pecho, pero esta vez debajo de la prenda. Esta busca el elástico de sus bragas y Eider introduce una mano debajo de los shorts que llevo.
Atrapa mi miembro y un gemido escapa de mi boca. Siento cómo mueve su pulgar en la punta de mi polla. Mueve su pequeño dedo en círculos muy lentos y me controlo.
No quiero morder su labio muy fuerte. No quiero hacerle daño.
Así que paro de besarla y poquísimos centímetros separan nuestras bocas. Su frente está apoyada sobre la mía y escucha con atención mis pequeños gemidos.
—Te encanta jugar conmigo, pero te olvidas de que yo puedo jugar contigo también —comenta susurrando de una manera muy sexy. Dejo mi espalda descansando contra el cabecero de la cama, pero ésta se curva un poco al sentir placer.
A continuación, miro qué hace cuando mis manos descansan en el colchón. Eider aparta un poco sus bragas y se coloca encima de mi erección lentamente y, en pocos segundos, estoy dentro de ella. Suelto un gemido y se agarra a mis hombros.
—Eider —gimo con los ojos cerrados. Me la imagino tocándose mientras se prepara para moverse sobre mi regazo con ligeros movimientos. Unos movimientos muy sexis, por cierto.
—¿Quién se moverá esta vez? —pregunta de una manera divertida rodeando mi cuello con sus brazos. Abro mis ojos y sonrío mirando a mi diosa. La camiseta se ha quedado atrapada en sus muslos y puedo ver perfectamente sus pezones contra esta. Lamo mis labios.
—Espero que alguno de los dos. Me estás volviendo loco —me quejo susurrando y muevo mis manos, pero ella gruñe, cosa que me hace reír—. ¿Quieres que no use mis manos para nada?
Asiente y me besa, pero ninguno de los dos se espera lo que está a punto de pasar.
Comienza a moverse lentamente y, de nuevo, escucho sus dulces gemidos. Ignoro lo que no quiere que haga y pongo mis manos sobre su trasero. Una de mis manos aprieta una de sus nalgas mientras le ayudo a moverse sobre mí.
Pero escuchamos el timbre.
Me mira con el ceño fruncido y detiene todo lo que estaba ocurriendo hace un par de segundos. Se levanta de la cama con paso rápido y me levanto con ella después de encargarme de esconder mi miembro debajo de mis shorts.
La sigo y no entiendo porqué está caminando tan rápido hacia la puerta principal del apartamento.
—Eider, ven aquí —le digo, pero es inútil porque acaba de abrir la puerta de una manera brusca.
Y allí, ella con una de mis camisetas, sus bragas negras y descalzas, se enfrenta a una mujer perfectamente vestida y peinada. Y yo con shorts y mi miembro no erecto porque Eider ha abandonado la habitación.
La mujer mira a Eider de arriba abajo con cara de asco.
—Me pondré en contacto con su novia —comienza cuando mira a mi chica. Eider sigue sosteniendo la puerta—. Ahora se dedica a follar con ligeritas.
—¿Perdona? —grita Eider y pestañeo varias veces sorprendido con lo que acaba de decir Soyeon y la manera en que ha gritado mi futura esposa—. Primero, yo soy su novia y no soy ninguna ligerita. ¿Quién coño te crees que eres?
El tono de Eider es muy elevado y sé que está enfadada. Me acerco a ella casi corriendo y la sujeto por detrás por si se le ocurre pegar a mi jefa.
Soyeon admira mi cuerpo casi desnudo y no aparta los ojos de mí. Eider me da un manotazo en los brazos para que la suelte. Y no la vuelvo a tocar.
—Jungkook me iba a violar hace un par de días —suelta Soyeon y comienza a fingir que solloza sujetando su carísimo bolso de color marrón. Mis ojos se abren como platos al escuchar sus palabras. Eider no se mueve—. Y me hizo daño en la mano para que no la usara. Me estaba defendiendo... Pero es un hombre horrible —lágrimas corren por sus mejillas y juro que me he quedado sin aire en los pulmones.
Es una bruja y no se puede creer lo mucho que la odio.
Joder, la odio tanto.
Cojo el pomo de la puerta y la cierro dando un sonoro portazo sin importar que Soyeon esté delante de esta.
Eider me mira sin habla con rabia en los ojos. Me da un golpe en el pecho y camina hacia el baño. Se encierra en él dando un portazo.
Maldita sea. Soyeon, te odio. Eres una maldita bruja.
No me puedo creer que sea tan mala persona. Es un asco.
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𝐖𝐎𝐑𝐊
FanfictionQue te engañen es demasiado fácil, pero es todavía más fácil cuando te engañan en el trabajo. Jeon Jungkook tiene que mudarse a Australia para comenzar a trabajar en una empresa muy importante. Su prometida se queda en Corea extrañandolo. Pero esto...