Capítulo 21

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Miro aquel edificio y abrazo mi cuaderno. Estoy sentado en el asiento de mi coche y no puedo mirar a otro lugar que no sea este gigantesco edificio que tengo delante de mí.

No, no estoy nervioso como el primer día que llegué aquí. Estoy intentando ser fuerte antes de entrar a trabajar. No tengo miedo. En serio, no tengo miedo de encontrarme con la mujer que estuvo en mi apartamento anoche.

No tengo miedo de mirarla a los ojos. Debo ser fuerte y seguir adelante con mi día a día en este país desconocido. No me puedo echar atrás y escapar.

Jungkook, debes ser fuerte.

Abandono el coche y me dirijo hacia la puerta principal del edificio.

Una vez en mi oficina, deposito mis cosas en el escritorio. Me siento en la cómoda silla y soy incapaz de no quejarme al sentir dolor en mi espalda y en mi cuello.

El suelo del baño es demasiado duro y frío y este hace que mis músculos y mis huesos se hielen y duelan por la mala postura que he mantenido toda la noche.

Al abandonar el baño por la mañana, salí de este en busca de mi jefa.

Esa mujer que ha gemido mi nombre en mi propia cama. Se restregó contra mí y, mi cerebro lleno de alcohol, no pudo reaccionar a lo que estaba ocurriendo.

Doy gracias a Eider porque, si no hubiera llamado, estaría dentro de Soyeon en muy pocos minutos. Me llamó y esta escena terminó.

No sé qué hizo esta mujer después, pero yo estuve encerrado en el baño de mi propio apartamento.

Me escondí de ella y estuve a salvo en el baño mientras Eider me contaba que Alessandro, el chico de Gucci que le llamó cuando estaba en su oficina, respondió mi llamada diciendo que ella no estaba disponible porque estaban ensayando para la pasarela de moda.

Esta noticia me hizo sonreír porque este gran momento se está acercando. Sé que mi chica estará muy feliz ese día.

El apartamento donde me alojo estaba completamente vacío por la mañana, no había nadie allí. Estaba solo por la mañana y esto fue una pequeña alegría para mí. Más bien, una gran alegría porque esto significa que esta mujer no iba a tocarme cuando me viese saliendo del baño.

Aprieto el lápiz que tengo en la mano al recordar todo esto.

Anoche fue un auténtico desastre y pido que no vuelva a ocurrir.

Suspiro, dejando salir todo el aire que contengo en mis pulmones, pero vuelvo a coger aire rápidamente al escuchar cómo llaman a la puerta abierta de mi oficina.

Y allí está vistiendo una camisa blanca dentro de una falda de tubo azul marino. Sus uñas están pintadas de un verde oscuro.

Nunca antes he visto sus uñas pintadas. ¿En serio tuvo tiempo de pintárselas sabiendo lo que me hizo anoche?

Me centro en sus manos y una de ellas tiene una venda blanca.

Automáticamente, me aterrorizo al ver su mano vendada. ¿Me denunciará por hacerle daño?

Miles de preguntas acuden a mi cabeza y quiero que desaparezcan. Ya tengo bastante y no estoy para denuncias.

Siento cómo el lápiz que tengo en la mano se rompe a la mitad y doy un pequeño salto en la silla. Me acabo de clavar una astilla en la mano y mi cuaderno acaba de caerse al suelo.

Escucho sus tacones chocando contra el piso de madera y me centro en mi mano, sosteniéndola con la otra.

—Ya somos dos —dice elevando su mano herida. Una sonrisa aparece en sus labios y siento que voy a vomitar sin tener absolutamente nada en el estómago.

Se sienta de lado en mi escritorio y ve sus uñas cruzándose de piernas.

Le diría lo asquerosa y mala persona que es, pero cierro la boca porque es mi jefa. No quiero que me echen de mi puesto de trabajo.

—Me fui anoche —comenta y toca su pelo ondulado con una pequeña sonrisa. Intento no cabrearme por su estúpido tono. Me quito la astilla de la mano y suelto un quejido. Escucho una ligera risa y no puedo evitar mirar a Soyeon—. Algo así deberías de haber pronunciado anoche, pero decidiste empujarme contra la preciosa mesita de noche y escaparte dejándome totalmente herida —muerde su labio inferior e intenta mover la mano herida.

No digo nada, pero sé que tarde o temprano explotaré.

—Qué irresponsable. Menudo caballero haciéndole daño a su jefa —se queja.

Bruscamente me levanto y apoyo mis manos en el escritorio produciendo un gran ruido cuando estas impactan contra la madera. Ella ni se mueve.

—No me puedo creer que seas tan mala persona. Tú eres la culpable de todo esto —empiezo levantando el tono de mi voz. Estoy cabreado. Su estúpida charlita me está poniendo de los nervios y no aguanto más—. Eres una...

Un pequeño golpe en la puerta interrumpe mis palabras. Mi mirada se encuentra con un chico de pelo castaño. Es Robert y está completamente callado.

Seguramente mis ojos echan fuego ahora mismo y por eso esa es su reacción. No se mueve ni dice nada, solo nos ve a los dos. Estoy completamente seguro de que me ha escuchado.

—Jungkook, quería compartir unas ideas contigo —dice finalmente y relajo mi postura. Robert enseña unos cuántos papeles juntos y fuerza una sonrisa—. Perdón por interrumpir.

—No, no —dice Soyeon alisando su falda después de bajarse del escritorio y, la muy bruja, sonríe—. Yo ya me iba.

Genial... Gracias por dejarme allí como si estuviese loco delante de mi compañero. Gracias, Soyeon.

𝐖𝐎𝐑𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora