Anuncio: Despues de desaparecer quedarme atras con varios temas, pense en escribir una nueva historia con mis personajes favoritos de KNY.
Sannegiyuu
~𖣘 Aun con una suave brisa helada ᯾~
estrellandose en su rostro,
...
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—¡Sabito!
El joven niño de 11 años corrió subiendo la pequeña colina viendo como el joven de cabello melocotón bajaba junto con madera.
—¡Giyuu! —sonrió al ver a su querido amigo sonriente, muy emocionado como para solo saludarlo el día de hoy.
El morocho se le tiro abrazándolo por el cuello y dándole un beso en la mejilla. Ese día había tenido su gran revelación de género, algo tan importante que quería compartirlo con Sabito.
—Vaya~, ¿el día de hoy obtengo cariño por traer madera? —abrazo a Giyuu por la cintura cargandolo fácilmente terminando de bajar.
—Hoy es un día especial —intento olfatear al oji-lila, no percibiendo ninguna 'feromona' de parte de este —Sabito-kun aun no tiene aroma —gruñó provocando una risa del muchacho.
—Aún no me presento —llegando al pie de la montaña frente a la cabaña del señor Urokodaki, bajando al morocho y pegándole en la frente —Y no me llames por honorarios, soy mayor que tu, yo debería de decir Giyuu-kun —reía acomodando la madera que tenia, al lado de la cabaña.
—Aún no te digo mi noticia, pero quería que tu te dieras cuentas —se quejo el morocho, quería sorprender a Sabito liberando su aroma y que este fuera quien lo olfatera sin cesar. Pero Sabito aun no se había presentado.
—¿Cual es la noticia? ¿Comeremos salmón con Daikon, de nuevo? —limpio sus manos y sudor, acercándose al oji-azul intentando descubrir que tenía que decir.
—Mejor te lo diré cuando te presentes —Giyuu volteo su rostro, ruborizandose un poco. Si tan solo Sabito pudiera olerlo, la vergüenza seria mayor para el pobre morocho.
—Ouw... Querido Giyuu, me emocionas con besos y abrazos y al final no me dices la gran noticia —se quejo el de cabellos melocoton, cogiendo la cintura del morocho para cargarlo de nuevo —Entonces cuando me presente, te daré un pequeño regalo —oculto su rostro en el cuello de Giyuu, restregandose contra el sintiéndose extrañamente aliviado.
El pequeño corazón joven latió rápido, sin duda los pequeños cuentos que su querida hermana le contaban eran realidad. Esas pequeñas felicidades, aquellas personas importantes existían, esos pequeños amores que poco a poco crecían más. Inhalo profundo y suspiro, el viento fue fresco esa tarde y así espero que fuera siempre.
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