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Los kakushis habían llevado de regreso a ambos pilares devuelta a la organización, asistiendo a la finca mariposa donde los tratarían mejor sus heridas.

Rengoku y Tomioka compartían la habitación llena de camillas vacías. Con el azabache apoyándose por los hombro del rubio caminando un poco cojeando. De vuelta de camino estaba había rechazado que un kakushi lo cargase, pero tropezó con una roca y se torció el tobillo.

—Tomioka-san, ¿desea sentarse? —sujeto muy bien al oji azul que presentaba mareos y náuseas notables.

—Creo que si —intentaba mantenerse en forma y sobretodo menos débil pero un dolor palpitante estaba golpeado muy fuerte su cabeza.
De igual forma mantuvo su cabeza en alto por su orgullo, no mostrando ninguna debilidad o eso creía.

—No debe preocuparse —al parecer Rengoku leía mentes —Tomioka-san, usted es un gran pilar, fuerte e intrigante eso es su mayor atractivo, así que no hay ningún problema que el que muestre debilidad, después de todo somos humanos —y tenía razón, no debía de avergonzarse de ser débil... Pero esa debilidad le costó la vida a muchas personas.

Aun se sentía mareado y desorientado pero eso se dejó de lado cuando un trío de pequeñas personas se acerco junto con una joven un poco más grande que ellas sosteniendo unas charolas donde traían jeringas, termómetros  y un estetoscopio mientras que la mayor traía unos té medicinales para ambos cazadores.

Las niñas saludaron muy animadas a ambos dejando las charolas en el mueble qué separaba las camillas.
Naho miro al miro al morocho qué se miraba muy mal, se acerco a él y le toco la frente con su pequeña mano.

—¿Se siente bien? —preguntó para asegurarse del estado del pilar del agua —su misión debió de ser muy pesada —chillo de preocupación llamando la atención de las demás niñas.

—Naho, tal vez necesita reposo, mira esa herida grande en su cabeza —mostró Sumi levantando el flequillo del omega mostrando la venda un poco ensangrentada.

—¡Ah! Pilar-sama, tiene la herida abierta —exclamó Kiyo buscando unas vendas que estaban en sus bolsillos.

El pilar del agua se quedó quieto ante las manos traviesas pero expertas de las niñas trataban su herida de la cabeza, sonríe a un poco, pero esa pequeña curvatura era ignorada por todos sus presentes, aunque lo único que no pasaba desapercibido era su aroma un poco menos amargo esparciendose por la habitación, aunque solo las cachorras eran capaz de percibir el aroma dulce.

—Vamos, Naho, Kiyo, Sumi, no sofonquen a Tomioka-sama —regaño Aoi mientras le daba un té al pilar de la llama.

—Es una escena bastante tierna —rio el rubio —Tomioka-san tiene un don con los niños —no pudo evitar ruborizarse un poco en pensar al morocho rodeado de niños mientras el sonreía.

—Listo —levantó las manos Kiyo abriendo sus palmas para recibir unos 5 de ls otras dos niñas.

—¡Listo! —gritaron Naho y Sumi con emoción, aun rodeando al pilar del agua.

—Muchas gracias —sin duda los cachorros eran las cosas que más le gustaban, tal vez esa era su unica motivación de vivir...

El shoji se abrió gracias a la pilar del insecto que había llegado recién de una misión acompañada de dos cuervos que volabaron por sus costados entrando junto con ella a la habitación. El cuervo de Kyojuro se poso en su hombro opuesto al de Giyuu qué se había posado en su cabeza.

-Reunión, Oyakata-sama los espera en dos días ¡Kaw!

Los ojos dorados del pilar se abrieron sorprendidos e intrigados, volteando a ver a la mujer que se sentó a su lado con una bella sonrisa.

Viento FuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora