Primer beso

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Capítulo 13. "Primer beso".

Paul resultó ser un buen conductor. Durante el trayecto a la reserva, ni siquiera pusimos música. Estábamos hablando sobre la batalla, donde a pesar de que ambos demostramos nuestra preocupación por el estado físico del otro, llegamos a la conclusión de que lo mejor para nuestra conexión era luchar lo más cerca posible, protegiendo nuestras espaldas.

Al llegar a la reserva, Paul me dijo que dejaríamos el carro en su casa y de ahí caminaríamos a la playa. No tuve problemas con su plan. Ahora nos encontrábamos caminando hacia la playa.

- Vaya, sin duda reafirmo mi comentario sobre lo hermosa que es la reserva - dije viendo las casas alrededor y los árboles que había por doquier.

- Lo es - dijo Paul - Te va a encantar La Push.

Solté una risa. Siempre me pareció un nombre poco común y un poco chistoso.

Nos mantuvimos en silencio hasta llegar a la playa, donde podía oler la sal, sentir el proceso de evaporación en mis manos y escuchar las olas chocar con la arena.

- ¿Y? ¿Qué te parece? - preguntó Paul volteando a verme.

- Es preciosa. ¿Podemos sentarnos? - pregunté volteando a verlo.

Paul solo asintió mientras sonreía, y tomando mi mano me acercó a una orilla donde había un tronco ancho que parecía ocupar la función de banca. Para sentarnos, Paul soltó mi mano y se sentó a mi izquierda, a unos veinte centímetros de distancia.

No decíamos nada. Nos encontrábamos en un silencio tan cómodo, mientras ambos veíamos el mar.

- ¿Cuál es tu don?

Volteé a verlo un poco sorprendida por la pregunta, pero él aún seguía viendo hacia el mar.

- Hablaron de él durante las prácticas. Los chicos y yo teníamos curiosidad por saber cuál es - dijo, ahora volteando a verme.

- No me gusta mi don.

- No tienes que decírmelo si no quieres - dijo, poniendo un poco de mi cabello detrás de mi oreja.

- Quiero decírtelo - contesté, acortando toda la distancia que nos separaba - Puedo hacer que los demás hagan lo que yo quiera - dije sin apartar mi vista de él.

Paul se mostró confundido al principio, pero mantenía su vista fija en mis ojos.

- ¿Es similar a lo de Edward? ¿Te metes en la cabeza de los demás y los controlas?

- No es así como funciona. Debo decirlo y la gente lo hace.

- ¿Solo lo dices y ya, te obedecen? - asentí con la cabeza - ¿Tu voz suena diferente al hacerlo?

- Así es. Primero debo visualizar lo que quiero que hagan, luego lo digo en voz alta y la persona lo hace. Mi voz cambia, pero la persona no se da cuenta de eso, es como si estuviera hipnotizada o algo similar - expliqué mientras regresaba mi vista al mar.

- ¡Eso es genial! ¿Por qué no te gusta tu don? - soltó entusiasmado.

- Cuando le cuento a la gente sobre él, siempre piensan que lo he usado contra ellos - volví a verlo nuevamente - Además, dicen que nuestros dones solo refuerzan habilidades que ya teníamos como humanos, y decir que era manipuladora en voz alta no es algo que me agradé.

Paul parecía querer decir algo y cuando abría la boca, la volvía a cerrar.

- No lo he usado contra ti, Paul - dije tratando de hacer un chiste.

- Sabes que no era eso lo que iba a decir - contestó, frunciendo un poco su ceño - Solo quería decir que tendría sentido que lo utilizaras en tu casa cuando eras humana. Tus progenitores no eran los mejores padres.

Desafiando al destino | Paul LahoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora