Extra I

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La luna de miel no era para nada lo que había imaginado. Esperaba poder ir con Paul un mes a Europa o quizá ir a la isla Esme y poder disfrutar del sol sin miedo. Sin embargo, las vacaciones en Las Vegas se habían extendido un poco más, por lo que ahora estaba en el piso de la habitación, boca abajo con la cara sobre el piso y la boca ligeramente abierta, con Paul encima de mí.

Paul estaba siendo muy rudo hoy, parecía como si los cuatro días después de la boda no hubiesen sido suficientes.

- Paul - gemí al sentir cómo tocaba ese punto dulce.

Paul gruñó en respuesta, encajando sus dedos sobre mis caderas, haciendo que mis nalgas rebotaran sobre su pelvis.

- Mantente levantada para mí, niña bonita.

Paul, con una mano levantando un poco más mi cadera y con su mano derecha un poco más abajo de mi nuca, inclinó mi cuerpo para que ahora sí, estuviera mi pecho completamente pegado al piso alfombrado, giré un poco mi cara y con un poco de ayuda de mis brazos, tomé una posición más cómoda.

- Tus nalgas frías se sienten tan jodidamente bien aplastándose contra mis muslos - susurró inclinándose un poco cerca de mi cara.

- Paul - gemí al sentirme tan bien.

Paul aún inclinado sobre mí, dejó un mojado beso sobre mi hombro.

- Vamos amor, necesito un poco más de ti - dijo susurrando, dejando un par de besos más sobre mi espalda desnuda - ¿Me lo darás, cierto?

- Mmm - gemí al sentir un golpe sobre mi trasero.

- Me darás todo lo que te pida, siempre que lo pida - susurró con esa voz tan profunda que solo usaba cuando teníamos sexo.

Paul me embistió haciendo sus movimientos más lentos, pero más profundos, dejándome sentir su grueso y caliente pene.

- Esto me pertenece - dijo colocando una de sus manos sobre mi clítoris - Toda tú, me perteneces.

Gemí por el placer que Paul estaba provocando en mí.

- Paul - gemí al volver a sentir su mano impactándose sobre mi trasero.

- Dilo - dijo aun moviendo su otra mano sobre mi clítoris - Di que eres mía.

No podía pensar correctamente al sentir los gloriosos estímulos que Paul estaba provocándome.

- Dilo - Paul volvió a nalguearme - Quiero escucharte.

- Paul - gemí sintiendo mi orgasmo cerca.

- Si no lo dices ahora nena, haré que te arrepientas - dijo dejando de mover su mano sobre mi centro.

- Soy tuya - susurré queriendo volver a sentir su mano sobre mí.

- Grítalo.

- Soy tuya. Te pertenezco - exclamé intentando tomar su mano para regresarla a mí, sin éxito.

Paul soltó una ligera risa e inclinándose hacia mí susurró en mi oído.

- Tan jodidamente necesitada.

Gemí en respuesta y Paul volvió a ubicar su mano en mi clítoris provocando corrientes placenteras atravesar mi cuerpo.

Estaba retorciéndome debajo de él sintiendo mi cuerpo querer explotar. Amaba la sensación. Amaba lo que Paul provocaba en mí. Amaba a Paul.

- Vamos nena, quiero sentir tus jugos sobre mí.

Paul no tuvo que decir más nada, cuando sentí correrme. Cerré mis ojos dejándome sentir lo maravilloso que era tener un orgasmo con Paul.

- Un poco más, ¿sí? Estoy cerca, amor - dijo Paul acelerando el ritmo de las embestidas.

Y no mintió, un par de embestidas más fueron suficientes para sentir su esperanza correr dentro de mí.

Paul salió de mí, y aun siendo un poco brusco, tiró de mi cadera haciendo que mi cuerpo ahora estuviera hacia arriba. Paul se agachó, usando sus manos como soporte. Acercó su rostro al mío y me besó.

- Definitivamente aún no hemos terminado - dijo empezando a besar mi cuello.

Reí un poco, sabía que no estaba bromeando, así que envolví mis piernas sobre su cadera, acercando mi centro a su ahora flácido pene.

Reí un poco, sabía que no estaba bromeando, así que envolví mis piernas sobre su cadera, acercando mi centro a su ahora flácido pene

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Paul y yo estábamos nadando en la piscina del hotel, disfrutando del último día de nuestras vacaciones/luna de miel. En dos días era la boda de Sam y Emily. Estaba un poco preocupada porque no pude ir a ayudar a Emily en absoluto, pero me relajé un poco cuando me enteré de que Alice le estaba ayudando.

- ¿Estás disfrutando nuestro tiempo a solas? - preguntó Paul, bebiendo de su trago que tenía en la mano.

- Claro que sí lo disfruto - dije sonriendo, acercándome a él.

- Perdón porque no haya sido la luna de miel que querías - parecía preocupado.

- No te disculpes, yo fui quien quiso hacer una boda simple en Las Vegas – dije - Además, disfruto cualquier lugar donde estés tú.

- Eres demasiado para mí, mi preciosa impronta.

Pasé mis brazos por su cuello abrazándolo y dejé un beso en sus labios.

- Si hubiese sabido que sería así, hubiera aceptado mi destino desde el principio - dijo, apretando mi cintura y acercándome más a su fuerte pecho.

- Tú y yo sabemos que no lo harías tan fácil - dije viéndolo sonreír - Eres un fanático del drama.

Paul río y me besó.

- Te amo para siempre, mi bella Alessandra.

- Te amo, Paul, y siempre será así.

Desafiando al destino | Paul LahoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora