En la playa

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Capítulo 20. "En la playa".

Paul y yo estábamos desnudos en su cama. La mitad de mi cuerpo estaba encima de él mientras me sujetaba con su brazo derecho alrededor de la cintura, haciendo círculos con sus dedos. Mi cabeza descansaba sobre su pecho, permitiéndome escuchar su corazón.

- Te amo - dijo Paul como si nada.

Me levanté de su pecho para mirarlo a los ojos. Él estaba sonriendo, y no había dudas en sus lindos ojos marrones.

- Paul - dije apenas susurrando.

- No tienes que decir nada, nena.

- Yo te amo más, amor - me subí a horcajadas sobre él - Realmente lo hago - agregué, agachándome para dejar un beso en sus labios.

Paul me tomó de la cintura, atrayéndome hacia él mientras comenzaba a besarme. Yo instintivamente comencé a moverme sobre él.

- No te cansas, ¿verdad? - preguntó sonriendo sobre mis labios.

- Soy inmortal, Paul - dije, bajando para besar su cuello - Podría hacer esto todo el tiempo.

Paul soltó una pequeña carcajada, luego tomó mi mandíbula con su mano derecha, haciendo que lo mirara nuevamente a los ojos.

- Solo dime lo que necesitas y te lo daré - dijo Paul con voz ronca y sus ojos oscuros.

- Quiero estar arriba - dije, con mis manos sobre su pecho.

- Entonces, salta sobre mí, niña bonita - bajó sus manos hasta mi trasero - Quiero sentir tus nalgas frías sobre mis muslos.

Gemi al sentir cómo su pene se empezaba a endurecer debajo de mí.

Amaba cuando Paul me llamaba "niña bonita" cuando teníamos sexo. De alguna manera, escucharlo decirme así me excitaba aún más.

Sin perder tiempo, sabiendo que debía estimularlo un poco más, comencé a descender con la mirada fija en los ojos de Paul. Al tener su miembro frente a mí, lamí mis labios y abrí mi boca para comenzar a introducirlo en ella. Paul gimió y con su mano derecha sobre mi cabello, me incitó a tomar más de él.

Gruñí con su pene en mi boca, mientras él tomaba un puñado de mi cabello, moviendo mi cabeza para estimularlo. Sentí cómo mis ojos se humedecían al sentir su pene golpear la parte posterior de mi garganta. Hasta el momento no había podido meter todo su pene en mi boca, ya que era muy grande, así que lo que no cabía lo tomé con mi mano y lo sacudí al ritmo de las succiones.

Estaba disfrutando de la sensación que el pene de Paul causaba en mi boca, su sabor particular y el líquido que salía de él bajando sobre mi garganta, así como las recurrentes arcadas que sentía cuando su punta tocaba fondo.

- Es suficiente - dijo jalando mi cabello - Sabes qué hacer, nena.

Saqué el pene de mi boca, sintiendo mi saliva mezclada con el líquido preseminal que salía de él. Al posicionarme sobre él, Paul me atrajo unos segundos hacia su rostro para darme una lamida rápida de mi boca a la mejilla, luego se apartó y me miró con deseo.

Ubiqué su pene en mi entrada y empecé a bajar despacio para que entrara. Gemí cuando lo sentí completo dentro de mí; podía sentir lo grueso que era y el palpitar de cada una de sus venas. Me movía de adelante hacia atrás, sintiendo cómo su pene tocaba ese delicioso punto dulce.

Me incliné hacia adelante, aumentando el ritmo de mis movimientos, sintiendo pequeñas corrientes recorrer desde mis muslos hasta las puntas de mis pies. Las manos de Paul recorrían mi cuerpo, deteniéndose en mis caderas y empujándolas hacia abajo para encontrarse con su pene.

Desafiando al destino | Paul LahoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora