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ZION ALLEN

— ¿Te gustan? —digo con una patata en mi mano.

Con una expresión de risa y la patata transformándola en avión, la acerco a la boca del pequeño Lion, mi hermanito. Aunque tenga 6 años y sepa comer solo. Cuando hacía deliciosas patatas se las daba yo con gestos graciosos. 

— Ujum —dice abriendo grande su boca y yo le adentro la patata.

Con su pequeña boca empieza a masticarla y saborearla como si fuera lo mejor del mundo para él.

— Rico, rico —  empieza a moverse feliz en el gran sofá de cuero.

— Ya te queda poquito pequeña fiera —asiente muy brusco. Cuidado, se te puede salir la cabeza del cuerpo —su cara ahora es de asombro pero luego se empieza a reír.

—Mi cabeza es una pelota —se señala la cabeza y de nuevo se empieza a reír.

La gran sala de estar siempre se hace muy vacía cuando estamos solos Lion y yo, pero lo disfrutamos como si fuera una enorme sala de jugar y la casa es como el enorme castillo donde el príncipe Lion se hospeda. 

Cuando mi tío y mi hermano mayor se van a comprarse cosas innecesarias, yo me quedo en la mansión cuidando al pequeñín. Odio que se aprovechen de ser millonarios y se compren chorradas teniendo todo lo necesario. Yo siempre he sido muy simple y me conformo con cualquier cosa, pero ellos...Son diferentes.

Ya cuando termino de darle de comer, decidimos subir a su cuarto y de ahí nos quedamos jugando con sus juguetes, hasta que vinieran.

Pasaron minutos y un par de horas, hasta que escucho la puerta del cuarto en el que estamos abriéndose. Aún estoy jugando con el niño, pero giro un poco la cabeza y mis ojos dieron un giro hasta ponerlos en blanco.

— Hola mi amor —la voz grave de Jeff se adentra a mis oídos y una gran sonrisa se me forma.

Jeff es mi mejor amigo desde muy pequeños, casi que nos criamos juntos, es el que me apoya en todo y yo a él, somos como hermanos de sangre aunque no lo seamos y mi tío le tiene mucho cariño también, tanto que le dio una copia de llaves de la mansión para que entrara cuando quisiera, como ha echo ahora.

— Jeeeeff —el pequeño se levanta torpemente, corriendo a abrazarlo dejándome a mi solo.

— Yo también te quiero pequeño León —Jeff coge en brazos a Lion llenándole la cara de besos.

Yo me levanto con un ardor en las piernas por estar sentado en modo indio tanto tiempo. Me acerco a ellos y me uno con un abrazo.

— Yo también quiero  —digo con un puchero.

— Para ti también Zi —me dice el pequeñín aplastándome más a ellos con sus diminutos brazos.

Después de pocos minutos así, nos separamos y nos sentamos en la gran cama de Lion, dejándole a él con sus juguetes en el suelo cubierto de una gran alfombra de circuito, para así poder hablar mejor con Jeff.

— ¿Qué tal todo? —empiezo la conversación.

Con mis piernas medio abiertas, el codo de mi brazo derecho apoyado en mi pierna mientras me sujeto la cabeza en dirección a Jeff y mi otro brazo agarrándome en la otra pierna un poco más arriba de mi rodilla, le observo feliz.

Nueva VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora