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HAZEL BAKER

El sonido de mi despertador logra despertarme de un salto y lo peor de todo, la fuerte luz de sol me refleja en mis ojos haciendo que los vuelva a cerrar con fuerzas. Cuando por fin logro buscar mi móvil con el ruidoso sonido lo apago aún con mis ojos cerrados, para cuando no podía ir peor me pego un susto al escuchar la voz de Jade a mi lado y rápido abro los ojos con un ardor en ellos.

— Dios, ese ruido me recuerda a cuando iba al instituto — Jade se remueve hasta quedar sentada con la espalda apoyada en el cabecero de la cama. Yo la imito.

— ¿A que si? Es que me quería levantar pronto — me empiezo a estirar y un bostezo se me escapa.

— ¿Pronto? ¿De que hora estamos hablando? — su mirada ahora es de asesina.

La verdad es muy pronto y si la digo la hora me va a matar.

— Las siete de la mañana.

En ese momento pego un salto saliendo completamente de la cama que ni yo sabía que lo iba a lograr y corriendo voy hacia el balcón tumbándome en un pequeño sofá blanco que está ahí mientras me tapo con un cojín en la cara.

— Cuatro horas, cuatro horas he dormido y tu irritante reloj me despierta por tu culpa — escucho su voz cada vez más cerca.

Yo decido quitarme el cojín e incorporarme para quedar sentada. Ya lo tengo por perdido.

— Mira, te dejo dormirte un rato hasta que te tengas que ir, mientras yo hago mis cosas ¿si? — intento convencerla.

Ella se queda de brazos cruzados con su cara de enfado en frente mía.

— Vale, trato echo — me lanza un beso y se va de nuevo a la cama.

Yo aprovecho para levantarme y acercarme a la barandilla del balcón para mirar el precioso paisaje de la mañana, el ambiente tranquilo que solo se escuchan los pájaros cantar me tranquiliza y el aire fresco de la primavera me hace recordar que es mi época favorita.

Vuelvo a dentro y Jade ya está dormida así que intento hacer el menor ruido buscando ropa cómoda para limpiar. Una simple camiseta de manga corta y ancha llegándome un poco más arriba de las rodillas, por debajo me pongo unos pantalones cortos de tela bastante apretados ya que llevo con ellos desde los 10 años y aún me sirven y me pongo mis zapatillas de estar por casa. Me hago una coleta bien echa medio alta y salgo de la habitación cerrándola detrás mía.

Lo bueno de esta familia es que no suelen ser tan elegantes, por eso me dieron la opción de vestirme como quiera, mientras sea adecuado para limpiar. Por así decirlo no soy como una de las amas de llaves de las películas y la familia no son especiales y no tienen un hablar muy suave. es totalmente diferente a las novelas.

Bajo las escaleras y voy hacia donde están las cosas de limpiar, saco lo que me va a hacer falta y las dejo en el suelo. Aprovecho que todos duermen y empiezo fregando el suelo de cerámica blanca de toda la planta baja y en la parte trasera afuera de la mansión. Mientras se seca toda la casa decido recoger y colocar las tumbona, poner recto los sofás blancos y las mesas a juego.

Me espero un rato y cuando veo que ya está seco entro y empiezo a limpiar el polvo, ordenar los cojines y entre otras cosas más.

Cuando veo que ya no falta recoger nada más de la planta de abajo, me siento en el sofá para descansar un rato.

Decido salir afuera e ir a unos sofás que están en un mediano cuadrado, donde se pueden ver bien las vistas, de ahí me quedo sentada mirándolas y esperando a que se despierten para poder empezar arriba.

Nueva VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora