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ZION HALLEN

— ¿Cómo va Hazel? — mi tío desde el otro lado del teléfono empieza a hablarme.

No sabría decir la hora que es, solo se que es muy tarde y todo duermen, menos mi tío y yo. Fue mi idea en llamarle, tenía muchas ganas de escucharle y saber si está bien. Me encuentro recostado en el cabecero de la cama con mis piernas estiradas una encima de la otra y la luz de la luna como siempre es mi alumbrador.

— Va muy bien, creo que se siente a gusto aquí, ya la queremos como una familia, ¡Y cocina de maravilla! — digo con una sonrisa en mi rostro.

La verdad que hablar de Hazel me gusta, me alegra y me tranquiliza, pero también me inquieta, ya que me hace recordar los besos que no teníamos que habernos dado, porque aunque para mí no sea tan prohibido besarse con una empleada, mi miedo es contárselo a mi tío, aunque no sabría muy bien como reaccionaria, puede ser bueno o muy malo, en cambio a Van, con él si tengo miedo de que se entere...

— Te dije que cocina muy bien, y me alegro de que esté a gusto en casa, quiero que tenga una vida feliz, se la merece, mi cantarina — escucho que bosteza.

— Lo estamos consiguiendo, al menos puede disfrutar ahora dentro de lo que cabe.

— Eso me pone muy feliz. Ya me queda menos para volver, solo dos días, ¿Sabes si Van está llevando la empresa bien?

La verdad que sobre Van no se nada y tampoco es que vaya detrás suya, ni siquiera le pregunto, él va libre.

— No lo sé, tío, no hablo mucho con él, sabes que es un alma libre, ni siquiera socializa ese desgraciado — sonrío desde el teléfono, me acuerdo que a Ronan no le gusta que diga tacos o insulte a mi hermano.

— Zion, no insultes a tu hermano y con respecto a lo de que es un alma libre, eso es cierto.

Decido sacarle el tema de Jeff, aunque sin decir nada de lo que hablé en la heladería con él.

— Tío, ¿Tienes pensado hablar con Jeff sobre ponerle nuestro apellido? Seguro que quiere, debes hablarlo con él, cuando vuelvas va a seguir estando en casa — digo con un tono de emoción.

— Sí, No, no lo sé, tengo miedo, tengo miedo al rechazo, querido.

Siempre diciendo eso, ese es su problema, que no se arriesga a las cosas y las pierdes sin saber si al final a valido la pena o no.

— Eres tan negativo, si Jeff se queda más tiempo aquí es porque está a gusto, Ron, él vive solo, si tu le propones una adopción con gusto acepta de seguro — intento convencerle.

— Tienes razón... lo intentaré, cuando vuelva hablaré con él, ahora ya te tengo que colgar, es tarde y mañana madrugo de nuevo.

Me quedo en silencio un momento solo para hacer un gesto de victoria, me levanto, salto, me alegro y me vuelvo a tumbar en la cama cogiendo el móvil.

— Vale tío, descansa — cuelgo.

La adrenalina de saber que por fin mi tío se va a atrever a decírselo hace que quiera estar toda la noche despierto y hacer una gran fiesta, Jeff, al fin va a tener nuestro apellido. No pienso decirle nada, prefiero que se entere por Ronan, aunque ya sabe que él quiere adoptarlo.

Nueva VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora