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ZION HALLEN

Ya habían pasado dos días después de haberme lucido diciéndola aquellas palabras a Hazel, esas palabras que las sentía como si me las estuviera a la vez diciéndomelas yo mismo, solo espero que no se haya dado cuenta o sospeche que se algo de su pasado.

Ahora me encuentro ansiosamente esperando sentado en las escaleras de afuera, esperando a que el coche negro de un chófer aparezca con Ronan adentro. Es medio día y llevo desde las nueve de la mañana esperando, con mis pelos revueltos, con unas ojeras de por no poder dormir y mi pijama aún puesto. La mejor impresión que voy a dar cuando me vea.

— Por más que estés esperando, va a venir a la hora que le toca, no va a venir antes — Jeff se sitúa a mi lado sentándose a la izquierda.

— Tengo tantas ganas de verle, se que todos los años lo hago, pero estar lejos de mi tío me afecta — le miro con mis ojos cansados.

La verdad que estoy emocionado porque quiero que venga y cuando sea el momento que le diga a Jeff lo de la adopción, estoy tan entusiasmado que podría morirme en este momento de tanta adrenalina que tengo en el cuerpo aún sin haber dormido bien. También tengo ganas de verle, sin duda ahora mismo soy un niño apunto de ver a su nuevo hermanito.

— Pero te has visto, estas echo mierda, ojitos, anda ve a dormirte — me soba el hombro pero yo niego con la cabeza.

— No, estoy bien, solo que no pude dormir bien, pero solo ha sido esta noche, se lidiarlo.

— Al menos ve a ducharte, hueles a perro muerto después de un año en el mismo lugar.

Eso me hace reír, y es verdad que tiene razón, debo de ducharme y arreglarme, al menos así se me pasa la hora antes.

— Está bien, me has convencido, ahora vuelvo — él asiente y yo me levanto.

Camino hasta entrar a la casa y me encuentro a Hazel bien vestida, es decir como una verdadera ama de llaves. Un vestido negro que la llega hasta por encima de las rodillas, un delantal blanco, sus bailarinas negras y una coleta alta. Eso me causa rareza, ella no viste así, pero supongo que es por Ronan.

— No opines de este estilo, este es el único día que me verás con ello, solo es para osito — ella nota mi mirada y me sonríe.

— Eso estaba pensando, menos mal que me has librado de preguntarte.

Veo que se le baja la sonrisa y ahora me mira con sus cejas fruncidas.

— Estás echo un desastre, ¿No has dormido? — se acerca un poco más a mi, yo niego con la cabeza.

— No, la verdad es que no, estoy nervioso por ver a mi tío, pero ahora me voy ha asear, Jeff me ha convencido para dar una mejor impresión — me rasco la cabeza.

Ella me mira de arriba abajo y con una sonrisa niega con su cabeza. Sinceramente ahora estoy pensando en ver lo que hay bajo su vestido, necesito tocar esas piernas tan cortas pero tan sexys y necesito atrapar esos labios tan carnosos.

— Le doy la razón a Jeff, lo siento — me guiña un ojo. Pero eso no quita que te sigues viendo ardiente — esas palabras las dice casi en un susurro.

— No me tientes, ahora no puedo decirte ni hacerte nada, pero a veces nos vamos a quedar solos y podría no tener compasión al igual que no lo estás siendo ahora conmigo —la guiño un ojo y camino hacia las escaleras, no sin antes rozar mi mano por su cadera.

Subo las escaleras y entro a mi cuarto, de ahí me busco mi outfit que me gusta tanto: mis vaqueros negros con mi camisa negra, una combinación de lujo.

Nueva VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora