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ZION HALLEN

Al teatro más grande de la ciudad decidí llevarla. Pasaba siempre por allí, pero nunca me llamó la atención, no es una cosa que diría ¡Wow! pero sin duda, desde que escuché aquél canto suave, desde ese momento se me ocurrió que un día podría llevarla a aquél sitio, quiero verla con esa sonrisa tan contagiosa, ver como es feliz ahora y ver como su vida avanza a bien.

— ¿Iremos en tu moto? — suelta de repente.

La veo bajar de las escaleras como si fuera mi reina, como si su rey la lleva esperando durante una eternidad y por fin se la lleva a su palacio, la lleva con él, siendo ya suya.

Por primera vez, desde que la vi hasta ahora, puedo ver su estilo de ropa tan preciosa. Un top sencillo marrón dejando ver sus pechos tan firmes, sus pantalones vaqueros claros y anchos con algunos rotos en ellos, una camisa desabrochada y ancha de cuadros color marrón, carne, negro y entre otros colores que deseo perderme en ellos. Lleva su pelo suelto largo como una cascada negra cayendo entre mis ojos y su delicado maquillaje de labios rosas resaltando todas sus facciones. 

— No, he contratado a un chofer que nos llevará, quiero que te sientas cómoda, por más que te gusten las motos. Déjame ser elegante por un día — la guiño un ojo.

Ella se acerca con su gran sonrisa emocionada hasta que queda a pocos centímetros de mí, dejándome ver de cerca sus pecas tan dulces y sus ojos con un brillo de destello en ellos. Podría besarla en ese momento, pero algo me dice que no lo haga. Puede ser mis miedos tan asquerosos de enamorarme que odio tanto.

— ¿Tú? ¿Elegante? desde que entré por esta puerta, desde el primer día, distes todas las impresiones menos la impresión de ser elegante — su sonrisa se ensancha.

— Entonces ¿Qué impresión he dado en ti? —arqueo una ceja y doy un paso más.

Veo que se aclara la garganta y me mira con sus ojos más abiertos, sus mejillas ya empiezan a colorarse, significado de que la pongo nerviosa.

Empieza a dar los últimos pasos que nos separa, me mira por un momento para después apoyar una mano suya en mi mejilla.

Sentir su piel me vuelve loco y claramente empieza a afectarme, sin duda como siga así un día estallo y no pararé con ella.

Se empieza a poner de puntillas y justo cuando se acerca a mis labios la bocina del coche que nos está esperando suena haciendo que ella se sobresalte y se separe de mi.

Como siempre nos interrumpen.

Nos miramos con una media sonrisa como si nos mandáramos el mensaje de que esta vez nuestros labios no se van a juntar. Abro la puerta y como un buen "caballero" dejo que pase haciéndola una reverencia. También la abro la puerta del coche y la veo como reluce mientras entra en él, la cierro y rodeo el coche para ir al otro lado.

— Por favor a donde te he dicho, y ve despacio, quiero que sea un momento tranquilo y agradable, Thomas — le digo al chófer y desde el retrovisor interior asiente. Esta vez como has visto traigo a una bella dama.

— Ni que lo digas Hallen. Un gusto señorita — el chófer vuelve a centrarse en la carretera y empieza a arrancar.

Me vuelvo la cabeza hacia Hazel, que tiene su mirada perdida contemplando lo de afuera. Me fijo en sus delicadas facciones y como la luz del sol la ilumina esos ojos y esos labios tan provocativos que aturde a quien los vea. Inconscientemente alargo mi brazo y apoyo mi mano grande en su muslo, a lo que ella se sobresalta, se fija rápidamente en mi mano y sus coloretes se asoman.

Sonrío de lado pero sin mirarla y veo que de reojo me mira y vuelve a centrarse en el paisaje pero desde su muslo bajo mi palma la noto tensa y nerviosa, así que para que se tranquilice la doy un pequeño apretón y luego la empiezo a acariciar la tela de su vaquero.

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