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ZION HALLEN

Cada palabra que decía, cada frase que la costaba pronunciar cada vez más, cada lágrima que caía en sus pecas, un dolor se asomaba en mi corazón, un pinchazo tocaba todo mi pecho. Verla así, teniendo esa confianza en mí. Todo lo que ha tenido que pasar Hazel gracias a sus padres, tiene que ser muy doloroso y angustiante.

La necesidad de tenerla a mis brazos me ha echo hacerlo y atraerla a mi cuando he visto sus lagrimas caer.

No se porque pero sin yo querer hacerlo he tenido el valor de contarla mi curación, mi sanación y lo que me levanta aparte de Jeff.

Ahora la sigo teniendo entre mis brazos, tan débil y pequeña, deseando que me diga algo sobre lo que la he contado de mí.

— Es tan bonito y a la vez tan riesgoso, Zion — siento que suspira. Te voy a contar un secreto mío, de muchos que tengo. Adoro las motos y sueño con tener una, me a sorprendido que tu también las adores, nunca pensé que un millonario tuviera motos. Es lo que me hace entender las películas — su cuerpo vibra, supongo que es de la risa.

Más me ha sorprendido a mi que a Hazel, la angelical y cantante Hazel, le gusten mucho las motos.

— Más sorprendido estoy yo — aclaro mi garganta.

Ella se incorpora y se queda sentada a muy pocos centímetros de mí, rozando pierna con pierna. Tiene sus ojos húmedos, pero ya no llora y su expresión me transmite tranquilizad y una pizca de felicidad por su media sonrisa.

Es tan hermosa.

— Como tu lo has dicho señor Hallen, soy una caja de sorpresas — me sonríe y yo no aguanto en fijarme en sus bonitos labios carnosos y coloridos de un tono rosa suave.

Llamarme señor Hallen me a despertado alarmas de que tengo un amiguito que es débil y cada cosa que pronuncie o haga Hazel, le afecta, como le está afectando ahora al escuchar esas dos palabras con un tono travieso.

Sus ojos color cielo casi blancos y tan brillantes, con esas pestañas naturales y larguísimas me miran como ángeles recién bajados del cielo. De nuevo esa sensación rara aparece, esa sensación que me descontrola y me hace hacer cosas a lo loco. Esto es tan difícil, muero por frenar lo que estoy sintiendo y las inmensas ganas que tengo de besarla. Puede ser un buen momento, pero tengo el miedo de que a ella no le guste y se aleje de mí. No quiero eso, pero...

— Hazel...yo...lo siento.

La cojo con mi mano derecha su cara, la acerco a mi rápidamente y planto mis labios con los suyos fuertemente.

Chispas saltaron, estoy seguro. La beso ferozmente pero con un toque suave, sin hacerla daño. Nuestros labios conectan tan perfectos y tan encajados que tengo miedo a que nos derritamos aquí mismo.

Posiblemente he echo mal en besarla, pero no me importa. La necesito.

Ella me sigue el beso, ahora apoyando una mano suya en mi nuca y yo agarrándola suavemente del cuello, atrayéndola más a mi, queriendo que no escape entre mis labios. No quiero parar, quiero seguir sin soltarla, siento que no podré vivir sin ella como se aleje.

Sus labios se separan un poco dejándome entrar más, y eso hago, con una pasión que no se describir adentro mi lengua en busca de la suya, tan perfecto, tan húmedo, tan voraz.

Con mi otra mano libre la cojo de la cintura y la atraigo más a mi sin soltarla. Su mano que la tenía en mi nuca ahora la tiene tirándome de los pelos de la parte de atrás de mi cabeza, mientras con su otra mano noto como pasa por mi abdomen cubierto por la estúpida tela. Tan excitante, tan ardiente, esto tanto como a ella como a mi nos está encantando y no pienso parar.

Nueva VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora