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HAZEL BAKER

— ¿Pedimos pizza para cenar? Mis padres no vienen hasta más tarde —Jade bebe un sorbo de su vino.

Yo asiento imitando el mismo gesto con mi vino. En todo el día me he intentado despejar, algo de tranquilidad he conseguido y he podido dejar de tener una pizca de miedo. Ahora estamos en su jardín sentadas en unas sillas.

— ¿Cómo estás? —me mira con duda.

— Mejor, echo de menos a los chicos, pero es por mi bien, si quiero seguir adelante creo que es mejor así... ya no sé si tengo razón o no —agacho mi cabeza y trazo círculos en el borde del vaso.

— Tienes toda la razón mi vida — me lanza un beso que yo hago el gesto de cogerlo y guardármelo en el corazón.

Cuando pasaron dos horas nos metimos a la casa y de ahí pedimos las pizzas. Ahora estamos cenando mientras vemos una película romántica en el salón.

Un escalofrío se me forma en el cuerpo y mis ojos se abren de par en par.

— ¡Mierda! mi diario, donde tengo mi canción escrita... digo... —yo ruedo mis ojos.

Me he acordado que ni Jade sabía lo de mi canción, así que se lo cuento y ella muy emocionada quiere que le cante la canción y eso hago. Aún me acuerdo y con ella si tengo confianza para cantarla. Cuando termino me aplaude.

— Es muy bonita Hazel, ¿Entonces tu diario está en la habitación que era tuya? —me dice sorprendida.

— Sí, debajo de la almohada, no quiero que nadie lo encuentre — pongo una mano en mi frente mientras maldigo a lo bajo.

— Tranquila, seguro que no miran, igualmente es una impresionante canción, no pasa nada si la ven —Jade me intenta animar.

Yo niego con la cabeza varias veces, negándome a que no pueden ver mi canción.

— Es vergonzoso Jade — me tapo los ojos con mis manos.

— Ya no hay vuelta atrás, al no ser que vayas.

Claro que no voy a ir, las cosas empeorarían, aun no se cuando se me va a pasar esto, pero suele durar mucho y duele. Ya me pasó una vez y estuve un año y poco más.

— No voy a ir, espero que no lo vean.

De repente suena la puerta y los padres de Jade aparecen. Yo rápido me levanto y a los dos a la vez les doy un fuerte abrazo como si fuera una niña pequeña que acaba de ver a un cachorrito.

— Gracias por aceptarme, os quiero tanto — mis ojos los mira con un brillo en ellos .

— No nos las des, eres como nuestra segunda hija, claro que te vamos a aceptar — la madre me da una sonrisa bonita de dientes perfectos.

La verdad que ellos también tienen una grande cantidad de dinero y se cuidan mucho.

— Aunque seguimos esperando a que nos aceptes la moto — el padre se ríe y enarca una ceja.

— Eso no lo voy a permitir, de verdad que gracias, pero cuando consiga un nuevo trabajo me lo pago yo misma, es mucho dinero — me cruzo de brazos con una sonrisa.

Nueva VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora