Hyunjin dejó salir un suspiro nervioso a la vez que jugueteaba con sus dedos sobre la mesa. Del otro lado de ésta, con un sweater que amenazaba constantemente con revelar sus clavículas, Changbin revisaba el menú de aquel café, escogiendo algo para almorzar. Su mirada, fresca y atenta, se paseaba por las opciones mientras una suave sonrisa dudosa adornaba sus labios. Hyunjin ya conocía el sitio, así que sabía lo que pediría, sin embargo, nunca le había importado tan poco la indecisión de una persona. Ver a Changbin dudar, pensar, como si sopesara los pros y los contras de cada platillo, lejos de estresar su usual hábito de hacer las cosas de forma rápida y precisa, parecía incitar esa extraña fascinación que el castaño le producía.
No habían hablado mucho desde que salieron, ambos conscientes del ambiente que había entre los dos aun si no decían mucho, esperando el momento ideal, las condiciones idóneas, para finalmente hablar. Hyunjin había aprovechado esa tranquilidad para acomodar mejor lo que sentía, para saborear la idea. De la misma forma que lo había hecho Changbin esa mañana, mientras preparaba su café, ahora era él quien estaba dándole una probada a lo que podría suceder.
Y le estaba gustando también.
Le gustaba solo ver a Changbin, las expresiones en su rostro y sus gestos. Esa sonrisa que a veces parecía perenne unida a la forma en la que la ternura y la sensualidad parecían coexistir en la más pacifica armonía dentro de él. No recordaba haber experimentado nunca algo similar. Sí, había tenido novias hermosas y tiernas, algunas más sensuales que otras, algunas calladas y otras habladoras. Algunas inocentes y otras que rozaban la maldad. Y le habían gustado esas particularidades, pero nunca había encontrado una persona de la cual le gustara todo. Y Changbin todavía tenía que mostrarle algo que no le agradara. Era lo más cercano a la perfección y no porque careciera de fallas, sino porque le gustaba como cada falla complementaba ese conjunto que era Seo Changbin.
Era una sensación tan novedosa y enorme que le hacía sentir unos nervios demasiado sobrecogedores. Como si no tuviera más de quince años esa mañana, sentía que todo era hermoso y nuevo, como si por primera vez estuviera cerca de su amor secreto. Esa sensación. Sentir eso a sus veintisiete era, sin dudas, rejuvenecedor.
—¿Tal vez una ensalada y un filete de pescado? —Changbin levantó repentinamente la vista, luciendo aún indeciso, como si se acabara de arrojar a un acantilado al escoger esas entre las tantas opciones. Hyunjin sonrió, y separó sus manos, dejando de juguetear con sus dedos.
—No he probado la ensalada, pero el pescado es bueno.
Su respuesta hizo que Changbin frunciera el ceño y finalmente apartara el menú, como una medida de contingencia.
—Okey, entonces iré con eso.
—¿Sueles comer saludable? —Hyunjin tomó el menú, apartándolo de él para luego llamar la atención de uno de los meseros.
—Lo intento. Me he descuidado mucho comiendo patas de cerdo y ramen contigo.
Hyunjin amplió su sonrisa y ocultó brevemente su rostro con el menú, apenado.
—¡Yah! Si lo hubiera sabido hubiera buscado otras opciones. Nunca te quejaste de la comida.
—No tengo quejas —Changbin escondió sus manos entre sus piernas, mostrándole una sonrisa de labios apretados—, la comida era muy buena.
Esas últimas palabras llevaban un doble sentido casi palpable, uno al que Hyunjin no pudo responder adecuadamente debido a la llegada del mesero. Solo lo miró, dejando que en sus ojos se notara todo lo que tenía que decir sobre eso, antes de hacer el pedido de ambos.
Una vez que el mesero se retiró, Hyunjin volvió a enfocarse en Changbin, sintiendo de nuevo esa presión extraña pero agradable. Ese silencio que dejaba espacio para hablar lo que ambos tenían atorado en sus gargantas.
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Opium - Changjin/Hyunbin
FanfictionHyunjin es adicto al sexo. Aún si no lo admite, su adicción está al punto que no puede llevar a cabo su rutina diaria si no ha tenido una buena sesión antes. Él adora hacerlo, en cualquier oportunidad, cualquier modo, cualquier persona. Por lo tanto...