Extra 2

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Los días libres eran un suceso que Felix solía esperar con ansias. Quedarse entre las sábanas con Minho, desayunar juntos, un poco de sexo mañanero... Esas eran algunas de las cosas que más ansiosamente esperaba de esos días libres los cuales Minho trataba de hacer coincidir con los suyos. Sin embargo, no siempre podía. A pesar de manejar su propio negocio, Minho no podía hacer y deshacer como quisiera. En algunas ocasiones no tenía otro remedio que acudir a trabajar, aun si no quería. Y éste era uno de esos días.

La mañana ya había levantado lo suficiente como para que no fuera horario de desayuno, sin embargo, el pequeño café tenía bastantes clientes, en su mayoría mujeres jóvenes que aprovechaban la mañana para ir a por alguno de los postres o de los variados tipos de café. Felix, de cierta forma, lucía como una atracción más del lugar, sentado cerca de una de las ventanas que daban hacia las mesas de afuera, luciendo aburrido mientras sorbía perezosamente su americano frío ya bastante húmedo por el sudor del vaso.

Esos días en los que Minho no podía compartir con él las mañanas, eran unos que solían transcurrir llenos de ocio, sin embargo, Felix había descubierto recientemente que estar en el trabajo de su novio también podía aportarle cierto entretenimiento.

Además de supervisar. Supervisar nunca estaba de más.

—¿Acaso tu novio no es consciente de lo aterrador que se ve mientras hace eso? —comentó Jeongin en voz baja, inclinándose cerca de Minho mientras recogía unas bebidas, mirando por encima de su hombro a Felix tras hacerlo—. Parece como si estuviera a punto de matar a alguien con la mirada.

—Solo lo hace contigo, jeong —contestó Minho tranquilamente, fijándose en la lista de pedidos antes de girarse y dedicarse a preparar las siguientes bebidas—, eso es para la mesa cuatro.

Jeongin esbozó una mueca al girarse, cruzando miradas con el oficial, quien la sostuvo hasta que el chico salió a dejar las bebidas en la mesa correspondiente, afuera del local. Ya Minho no se preocupaba por esas pequeñas escaramuzas visuales, sabía que solían ser inofensivas. Desde ese violento primer encuentro, Felix y Jeongin habían mantenido una prudente distancia uno del otro, como dos tigres que respetuosamente se mantenían fuera del territorio del otro. Sin embargo, justo como esperaba, la sensación hormigueante dentro de sus pantalones se incrementó bruscamente, haciéndole morder sus propios labios y bajar su mirada, apretando con sus dedos el borde de la encimera donde estaba preparando las bebidas. Contrario a otras veces, la sensación no le tomó por sorpresa, sabía lo infantiles que llegaban a ser los celos de Felix y cada interacción con Jeongin, por breve que fuera, traía aparejado eso como consecuencia.

Se giró levemente, mirando hacia la mesa de Felix, quien seguía bebiendo con aspecto inocente mientras miraba la pantalla de su celular, el juguetón movimiento de su dedo pulgar sobre ésta, coincidiendo con las vibraciones que, desde sus pantalones, tenían cada músculo de su cuerpo en dolorosa tensión.

Suavemente, levantó su mirada, cruzándola con la del menor, una de sus comisuras elevándose al verle.

"Por favor" dijo Minho, sin emitir sonido, solo moviendo sus labios, ante lo que el mayor amplió su sonrisa y, aun luciendo entretenido, retiró su dedo y dejó el aparato sobre la mesa, permitiéndole disfrutar a Minho de un alivio instantáneo.

Aunque, a pesar de que la vibración se había detenido, el cosquilleo que quedaba en su piel no se aliviaba con nada.

En ese día en particular, la presencia de Felix no resultaba tan caprichosa o llena de azar como en otras ocasiones. Esta vez, el mayor estaba cumpliendo con imponer un castigo muy particular, uno que Minho se había ganado la noche anterior por no entender que no debía correrse antes de tiempo. O al menos eso le había explicado Felix esa mañana, mientras lo ayudaba a vestirse y deslizaba el pequeño vibrador inalámbrico dentro de su ropa interior.

Opium - Changjin/HyunbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora