Capitulo 23

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—¡Hyung, maldita sea, nos vamos a matar! —gritó Minho, sintiendo como el ensordecedor sonido del aire contra sus oídos ahogaba su voz, aun si estaba gritando. Felix, en cambio, pareció divertido ante eso, su muñeca encargándose de acelerar aún más, atravesando la carretera como una exhalación con ruedas— ¡Felix!

No debía haberlo dejado conducir.

—¡Hyung, por favor! —suplicó una vez más, aferrándose al abdomen del mayor y hundiendo su rostro en uno de sus hombros. Todo su cuerpo ardía con la adrenalina y el temor. Él no era cobarde, pero Felix iba por encima de los cien kilómetros por hora, como si aquello fuera jodidamente divertido.

—¡Estará bien! —le gritó Felix a modo de respuesta, soltando una mano para rozar las de Minho sobre su vientre— Me vas a sacar el almuerzo.

—¡Pon las dos manos en el volante, idiota!

El mayor sonrió, agarrando apropiadamente el volante antes de doblar en una curva bastante cerrada en una intersección. Minho agradeció que apenas hubiera tráfico en la autopista, pero aun así, su estómago se revolvió en la fuerza centrífuga y en el temor de verse raspado contra el asfalto si tan solo un descuido ocurría.

Felix conducía bien. Él lo sabía. No era la primera vez que tomaba asiento detrás de él en una motocicleta y lo rodeaba con sus brazos. La esencia era la misma. Felix tenía confianza y agilidad, seguridad y buenos reflejos. Sin embargo, Minho no confiaba en esos tragos que sabía que el mayor había bebido y mucho menos en esa personalidad intrépida que sabía que tenía.

Conocía muy bien a Felix, pero, mierda, ya eso era demasiado.

—¡Solo ve un poco más lento, por Dios!

—¿Tienes miedo? —la voz de Felix casi se ahogó en el ruido del viento, pero aun así, Minho pudo oírlo.

Hacía tanto tiempo que no escuchaba esa pregunta. Al menos no de los labios de Felix.

—Sí —contestó, también gritando, y no necesitó mirar el rostro del mayor para ver que estaba sonriendo.

—Mejor así.

Sí, a pesar de todo, Felix no había cambiado en lo más mínimo.

Las piernas le temblaron al bajarse de la motocicleta. Apoyó sus manos sobre sus rodillas, temiendo que estas fallaran. El viaje había durado unos dolorosos diez minutos, en los cuales Minho vio desfilar su vida frente a sus ojos varias veces. Había tenido armas, cuchillos, tipos musculosos de dos metros amenazándolo y nada le había dado tanto miedo como aquel Felix ebrio conduciendo su motocicleta.

Felix, por otro lado, lucía tranquilo, casi emocionado. Se quitó el casco, consiguiendo que sus cabellos lilas se sacudieran en todas direcciones.

—Eso fue emocionante.

—Emocionantes mis huevos —ripostó Minho, enderezándose—. ¿Acaso estás loco?

El mayor se bajó del vehículo, tomando las llaves y el casco en sus manos. Minho lo siguió con la mirada hasta que éste se detuvo frente a él, alzando su rostro para verlo a los ojos.

—Te dije que planeaba hacer que te arrepintieras de cada cosa que has hecho.

—¿Y tu plan era hacer que me cagara del susto?

—No —ladeó su cabeza con una sonrisa—, pero por algo se empieza.

—Cada vez te vas pareciendo más al Felix de hace dos años. —Minho cortó aún más la distancia, pegándose a él.

—Eso es porque tú sacas lo peor de mí —murmuró Felix, agarrando el cuello de la camiseta de Minho para obligarlo a inclinarse hacia abajo, hasta que sus miradas quedaron al mismo nivel—. Estaba bien sin ti, tranquilo, pero tuviste que volver con tu mierda. Jugando al chico grande, dominante. Me agarraste desprevenido aquella vez, Minho. Pero esta vez no. Vas a desear no haber salido de la cárcel.

Opium - Changjin/HyunbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora