Changbin dejó salir un pesado suspiro antes de mirar la hora una vez más.
Su reloj indicaba las nueve y veintitrés de la mañana y eso significaba que ya eran veintitrés sendos minutos después de la hora acordada. Su humor no estaba siendo el mejor y, realmente, esperar veinte minutos en una acera medianamente concurrida no era algo que contribuyera.
Trató de calmarse, empujando el interior de su mejilla con la lengua a la vez que se peinaba el cabello con los dedos. En su mano, mantenía su teléfono apretado, tratando por todos los medios de no ser insistente. Ya había leído el mensaje con un simple "estoy en camino", tratar de llamar no cambiaría la respuesta.
La mañana del sábado transcurría llena de gente y energía. A su alrededor, la ciudad se movía, hirviendo en personas, autos y palomas que volaban de un lado a otro de la amplia acera bordeada por almendros. Changbin llevaba esa última media hora recostado al muro de la entrada de un café. Si no fuera por su obvio enojo, luciría fresco y desenfadado con su usual forma elegante pero cómoda de vestir. A través de sus gafas, ya había notado varias miradas volverse hacia él, era lo usual y solía agradarle mucho a su ego. Sin embargo, esa mañana no le agradaba tanto como otros días.
Miró nuevamente la hora, ya eran las y media. Separó su espalda de la pared, dispuesto a llamar de una vez. Pero, para su suerte, el conocido sonido de una motocicleta hizo que su dedo pulgar se detuviera sobre la pantalla encendida.
Alzó la vista, calle abajo, corroborando con su mirada lo que había escuchado al ver cómo, un poco demasiado deprisa, se acercaba un motociclista hasta detenerse bruscamente frente a él. La inercia del brusco frenazo hizo que su cuerpo oscilara ligeramente hacia adelante y una pequeña bandada de palomas alzara el vuelo, asustadas.
—¿De dónde venías en camino? ¿Del polo sur? —Fue el sarcástico saludo de Changbin, quien se había acercado al contén al verlo llegar.
Minho se quitó el casco, sacudiendo ligeramente su cabello antes de dejar salir un suspiro y mirar a Changbin con expresión apenada.
—Lo siento mucho —Se disculpó, tratando de hacer lo más parecido a un gesto de súplica con el casco en una de sus manos—. Me agarró el tráfico.
—Vas en una motocicleta, Minho —Changbin apoyó sus manos en su cintura, mirando al menor con una de sus cejas alzadas—. Te he visto manejar, el tráfico no te detiene cuando te interesa llegar. Solo se sincero, me enviaste ese mensaje mientras aún estabas en pijamas, ¿cierto?
Minho se rindió, dejando caer su cabeza hacia atrás con un gruñido.
—Okey, okey, lo admito... me quedé dormido —Se enderezó para sujetar el volante y bajarse de la motocicleta—. Pero, es tu culpa por pedirme que me levantara a las nueve en mi día libre. ¿Quién hace eso?
—Yo estoy despierto desde las seis, también dormí de más.
Minho hizo una mueca.
—Tú no debes ser humano.
—¿Quién sabe? —Changbin se encogió de hombros, dándole una palmada sobre la espalda— Eso podemos averiguarlo luego, ahora vamos.
Minho se acomodó los pantalones luego de asegurar el vehículo y siguió a Changbin hacia la entrada del café que se encontraba a sus espaldas.
—¿Es aquí? —preguntó, mirando el sitio con curiosidad. Aun si se notaba que el café llevaba un buen tiempo sin abrir al público, todavía estaba muy bien cuidado. Había mesas con sombrillas cerradas en la pequeña terraza y la combinación de hierro y madera del inmueble creaban un diseño agradable. Unos retoques y ese sitio realmente quedaría genial.
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Opium - Changjin/Hyunbin
Fiksi PenggemarHyunjin es adicto al sexo. Aún si no lo admite, su adicción está al punto que no puede llevar a cabo su rutina diaria si no ha tenido una buena sesión antes. Él adora hacerlo, en cualquier oportunidad, cualquier modo, cualquier persona. Por lo tanto...