Capitulo 8

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Cuando Felix llegaba a su casa por las noches, siempre le esperaba la misma rutina. Normalmente no le molestaba. De hecho, adoraba la paz que solo su hogar le podía brindar. Un trabajo como el suyo, cargado de agitación y variaciones, le hacía desear una corta rutina que siempre se mantuviera igual. Un lugar tranquilo que lo esperara para solo relajarse.

Ese día en particular, el retorno a casa fue extremadamente tranquilo. Hyunjin no estaba con él, así que el viaje de vuelta fue más silencioso de lo usual. Solo él y la música suave de la radio del auto. Estaba bien, de todos modos, el día siguiente sería emocionante. Después de todo, no todos los días tu compañero hetero se lanza a una aventura con un playboy gay.

Ese solo pensamiento lo hizo reírse consigo mismo. Acababa de entrar a su apartamento. Estiró uno de sus brazos para encender las luces y con su otra mano se quitó la gorra, lanzándola sobre el sofá. Las llaves fueron a parar al gancho junto a la puerta donde siempre las dejaba y un suspiro de felicidad escapó de sus labios al zafar el cinturón donde cargaba su arma y la radio, también lanzándolo sobre el sofá.

Ya se dirigía rumbo a nevera mientras sacaba su camisa fuera de los pantalones cuando el sonido del timbre lo hizo detenerse en seco.

Él no solía recibir visitas. Al menos no entre semana y a esa hora. Su rostro se llenó de duda mientras volvía sobre sus pasos. Acomodó su cabello con una mano, tratando de organizarlo un poco antes de abrir. Quienquiera que fuera, lo iba a encontrar un poco desarreglado, pero no era su culpa. Nadie le mandaba a llamar a esa hora.

Abrió la puerta, tratando de lucir lo menos incómodo posible, sin embargo, la persona que lo esperaba del otro lado era una que no esperaba volver a ver en su vida.

Allí estaba, una mano apoyada contra la pared, la otra en su bolsillo, la mirada fija en el suelo hasta el momento en que se percató que la puerta había sido abierta. Solo entonces lo miró.

Felix reconocería esos ojos oscuros donde fuera, conocía esa mirada angelical pero maliciosa, esa sonrisa traviesa y ese cabello negro como el alma de su dueño.

—Hola... .

Aquella voz se sintió como si pudiera calar en su alma. Felix apretó su agarre sobre la puerta e intentó cerrarla, sin embargo, no pudo. Una mano apoyándose sobre esta lo detuvo, y, antes de darse cuenta, ya estaba dentro de su apartamento.

—Minho... ¿Qué...? No... ¿Qué haces aquí?— balbuceó, retrocediendo instintivamente ante la proximidad del chico.-Pensé que...

—¿Pensaste que aún seguía en la cárcel?— Minho habló con un tono seco y burlón a la vez que entraba por completo, cerrando la puerta detrás de él.-Pues estás un poco desinformado.

—Sal de mi casa, Minho.— Felix dejó de retroceder, parándose firmemente.

—¿O qué? ¿Llamarás a la policía?— Minho mantuvo su sonrisa intacta. Felix lo miró de pies a cabeza. Hacía ya un par de años que no veía a Minho. Había crecido un poco, ahora se veía ligeramente más maduro y curtido. Sin embargo, seguía siendo él, seguía conservando esa forma de sonreír que podía parecer tan inocente a simple vista, seguía teniendo esa voz un poco infantil, sin embargo ya no había nada ingenuo o tierno en su tono. Minho definitivamente había cambiado y Felix podía notarlo. Había tantas similitudes como diferencias, y no sabía exactamente cómo manejar eso.

—Te puedo arrestar.— amenazó, percatándose de que todo lo que podía usar para defenderse estaba fuera de su alcance. Aun así, lo miró a los ojos, tratando de no lucir intimidado. Sin embargo, los casi diez centímetros que Minho le sacaba en estatura bastaron para hacerlo tragar en seco.

—¿Por qué?— el menor invadió aún más su espacio personal, haciendo que Felix retrocediera hasta que sus muslos chocaron con el brazo de uno de los sillones.-No he hecho nada malo.

Opium - Changjin/HyunbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora