Estuan Glacies.

-Secuestrada-

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Salí de la mansión y decidí caminar hasta encontrarme con un taxi, iba sola y ya me lamentaba por haber rechazado la oferta de Magnus, tenía los nervios a flor de piel no había nadie a fuera de las casas solo autos y uno de ellos particularmente llamo mi atención, debían ser psicosis mías pero podía jurar que la camioneta de vidrio polarizado me seguía, camine cruzando la calle y nuevamente me regañaba a mí misma por no haberle dicho que si a Magnus Ferragamo, los taxis no solían visitar este acomodado sector de la ciudad, así que tendría que caminar mucho para encontrar uno, la camioneta ralentizó su marcha y sin previo aviso acelero, sabía lo que venía: me iban secuestrar.

Corrí desesperada buscando salvación, no miraba hacia atrás la camioneta se había detenido... ya no escuchaba el sonido del motor y cuando abriesen la puerta del coche sabía lo que vendría, sus ocupantes se bajarían y vendrían por mí. Corría sintiendo mis pulmones quemar contra mí, no habían rastros de duda yo era a quienes ellos buscaban, no se trataba de uno de esos momentos en los que corres temerosa de que lo que tu mente te grite no sean más que miedos infundados en salvar tu vida, debía aprovechar la distancia y el margen de tiempo que se me otorgaba. atravesé la calle sin observar a los costados, lo que menos me importaba era ser arrollada por un auto tal vez si alguno me llevaba por delante terminaría en un hospital y no en un sótano con la boca atada y el rostro hinchado. "clap" la puerta se cerró bruscamente después de ser abierta.

-No vamos a hacerte dañoo!- Que no van a hacerme daño? Hahahah su madre se iba a detener porque yo no!

-Se escapa!- grito un hombre y más pasos empezaron a seguirme, mire a los lados esperando encontrar ayuda, pero era imposible. Las mansiones estaban protegidas por los sistemas de seguridad y la puerta de estas se encontraban lejos de donde yo me encontraba.

-Y es que corre la perra!- bramo otro hombre. Ya valiii vergaaaa! Sentí las lágrimas bajar por mi rostro, yo nunca corría bien y que lo hiciera bien por una vez en mi vida solo significaba que enserio estaba en peligro. Me estaba agotando y el llanto únicamente trajo la fatiga, gire mi cabeza examinando cuanto tiempo antes de que me atraparan quedaba, gran error porque mis piernas flaquearon ante la vista: 3 hombres encapuchados me seguían, tan altos como Matthew y de complexión parecida a la de él, yo no tenía oportunidad contra ellos. Grite sintiendo como el sonido rasgaba mi garganta, mis piernas dolían y nadie podía salvarme, nadie me escuchaba, creí ver un sitio donde esconderme, esa era mi única opción pero ya estaba agotada y mis extremidades no respondían como deseaba, "solo unos metros más" me repetía "Solo unos metros más y estarás a salvo" pero el peso de la derrota ya había caído sobre mí: la camioneta derrapo encerrándome entre ella y los tres hombres que me perseguían, grite hasta que la voz se perdió de mi garganta, ya no había a donde correr, me sentía como un conejito atrapada entre los cazadores, mi cuerpo estaba tieso contemplando el entorno, necesitaba solo un pequeño espacio por el que huir y aunque la esperanza estaba allí cuando las 3 figuras encubiertas me tomaron por piernas cintura y brazos arrojándome descuidadamente al interior del auto pude comprender que ya todo estaba jodido. Gritaba tan dolorosamente que pensé que la sangre no tardaría por salir de mi boca al forzar tanto mi garganta.

-Haz silencio - asevero uno de los enmascarados sin levantar la voz y aunque sabía por su tono que él trataba de contenerse de pateármelas costillas, no le hice caso: otro fuerte grito salió de mi faringe.

-No podemos golpearla para que se calle? ¡Que alguien le apriete la boca! Arruinara todo con esos gritos- proclamo el segundo y por su voz supe que era quien me había llamado perra.

-El jefe se enojara si le hacemos algo, te encuentras bien?- medió el tercero. Esa voz... Él era quien había gritado que yo me escapaba-