Lucecillas titilantes alumbraban la ciudad, tocando el cielo por medio de los rascacielos, éramos un mar de hormigas diminutas surcando los laberintos en formas de calles, la fría brisa golpeando mi cara por entre la ventana abierta de auto, cabellos revoloteando en mi rostro... no éramos más que sombras de este mundo, no éramos más que una fugadiza exhalación de este lugar reinante en el declive, éramos tan insignificantes pero yo me sentía tan grande, justo aquí, con su cabeza reposando en mi pecho, aspirando el aroma de su cabello y siendo recorrida por sus dedos
-Estamos condenados... solo retrasamos lo inevitable- susurró cansinamente enviando vibraciones a mi cuerpo.
-Iras... a la cárcel?- me atreví a preguntar con dificultad, sobando un grueso mecho de su oscuro cabello.
-Algún día, si no sucede algo más fatídico primero- largó en un hilo de voz más fino que la seda, su mano hacia círculos en mis piernas. Derecha izquierda- izquierda derecha.
-Por qué me acompañaste... si no lograron encarcelarte por dejarlo en coma, solo les estas dando otra razón para enviarte a una penitenciaria- entendía su innato proceder al romper los paradigmas, pero sabía que él no era estúpido. Las manos rastrillando su cabello y aquella mirada pérdida mirando al cielo en busca de respuestas cuando la enfermera pidió su identificación rondaban mi cabeza. No lograba comprenderlo, él había cambiado de parecer y como siempre yo intentaba saberlo todo de él.
-Quería que vieras mi rostro Infinite, quería que vieras la parsimonia (calma) en el mientras te contaba como lo golpeaba, despojándolo de vida y arrojándolo a los brazos de la muerte- un silencio lo cortó –Que me miraras y supieras que no estaba arrepentido de nada... que hacerle daño a los demás para mi es tan natural como respirar- por sobre mi pecho lo sentí tragar –Y a mí no puede importarme menos- sentenció crudamente a la vez que sus gélidos dedos trazaban patrones extraños sobre mi piel.
-Te gusto?- cuestioné tan bajo y por un momento creí que él no había escuchado pero cuando sus manos detuvieron la danza que llevaban contra mi dermis supe que el mensaje había llegado suave y claro.
-Quiero joderte y descontrolarte hondamente porque lo quiero todo de ti. No me importa jugar sucio pequeña- Dictaminó distantemente. Volvía a tocar mi piel, estremecedores círculos sin color pintados por las yemas de sus dedos. Izquierda- Derecha. Derecha- Izquierda
-No puedes decir cosas que no sientes cabron!- Sermoneé endurecidamente pero su calmada postura no se trastornó bajo mi ensordecedora voz
-Sí, sí puedo- sentenció sosegadamente.
-Quieres destrozarme...- No era una pregunta, estaba segura de ello aun teniéndolo sobre mi pecho tan apaciblemente, aun cuando las luces que se colaban por la ventanilla del coche actuaban como estrellitas sobre su rostro justo bajo aquellos estelares ojos obrando como el firmamento, aun si su perfume se mezclaba locamente con la humedad y la ligera brisa anunciante del invierno, aun cuando tanta belleza te cegaba mis ojos lo veían con claridad: solo es un espejismo... algo tan bueno no te puede dejar bien.
-No voy esparciendo el bien, saca tus propias conclusiones- musitó sin elevar el timbre y no era necesario que lo hiciera para que el juramento quedara enclaustrado en mí.
-Quieres jugar sucio así que yo también jugare sucio.- declaré sin pensármelo bien y ante tales palabras, el peso ejercido por su cuerpo contra el mío fue retirado, una seria expresión inquisitiva con aquel ligero ceño fruncido me analizaron pero el gesto fue suavizado con una risa desde lo más hondo de su garganta.

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Estuan Glacies.
De Todo"Todo gran amor deja tras de sí efectos devastadores." Bueno, bueno. Antes de que te bajes las bragas empezaré a decirte quién es él. Te haré un favor, linda. Te advertiré... el resto es tu lió NO EL MIO. Él ya actualizó su cuento de hadas, así que...